Hace unos días asistí al cine para ver El lado bueno de las cosas, la nueva película de David O. Russell que prometía ser una comedia romántica algo atípica en comparación con el resto de comedias románticas que hoy día se estrenan en cartelera. Como tal, cumplió su promesa puesto que me encontré frente a la pantalla una historia realmente extraña en la cual no se podía identificar muy bien qué tipo de relación existiría entre los dos protagonistas.
Pat (Bradley Cooper), tras haber pasado un tiempo en un centro mental por agredir a un hombre que era el amante de su mujer, regresa a la casa de sus padres dispuesto a ver “el lado bueno de las cosas” ya que el psicólogo que le ha tratado le ha pedido que, por favor, intente ser positivo como objetivo principal para recuperarse y así, recuperar también su vida.
Pat está muy ilusionado con esto, aunque no puede evitar enloquecer cada vez que escucha la canción de su boda, porque es la canción que sonaba aquella tarde cuando, al volver a casa, encontró a su mujer en la ducha con uno de los profesores del instituto en el que trabajaba. A cambio de poder salir del centro psiquiátrico en el que estaba, debe asistir al psicólogo una vez por semana.
Al regresar a su hogar, donde ha crecido, se encuentra con uno de sus amigos de antes del psiquiátrico, que está casado con una de las mejores amigas de su ex y con los que solían ir a cenar antes de que Pat fuera enviado al centro de salud mental. Lo que no se espera el joven es, que en esa cena, conocerá a Tiffany (Jennifer Lawrence), una mujer con una dudosa reputación en el barrio que es hermana de la esposa del amigo de Patrick. Pero no se darán cuenta de que tienen muchas más cosas en común de las que se esperan, dado que Tiffany se quedó viuda y estuvo deprimida durante mucho tiempo, guardando un luto que no le correspondía.
La familia de Pat es un tanto particular dado que su padre está obsesionado con los partidos de fútbol americano y la suerte, llevándole esto a hacer una apuesta con Tiffany para que así, Pat pueda participar con ella en un concurso de baile anual el mismo día en que se celebra un partido de su equipo con la promesa de que si tanto su equipo gana como Pat y Tiffany también ganan, recuperará todo el dinero que había perdido en una anterior apuesta con un vecino.
Lo que Pat no se espera es que será el baile la mejor terapia y la mejor manera de intentar recuperar a su ex-mujer, aunque ¿y si descubre que no es a ella a la que necesita?
Una original comedia romántica que, aún con el típico final feliz de estas películas consigue hacerte ver que no todo tiene que seguir siempre el mismo esquema y que hay que intentar ser positivo si se quieren superar todos los obstáculos que se te ponen por delante, hay que ver “el lado bueno de las cosas”. Un gran trabajo por parte del director, y también de los actores, que sin duda son una muy buena elección para encarnar a los personajes principales.
Mis felicitaciones por haber creado una película tan típica y tan atípica a la vez. ¡Es un placer ser testigo de obras así! Sin duda, bravo por el señor Russell y su equipo.