La fragua de Vulcano – Velázquez – 1630 – barroco español del siglo XVII – óleo sobre lienzo – [(Madrid), Museo del Prado].
Pintado por Velázquez en su primer viaje a Italia, fue comprado por Felipe IV. Existe interés por la anatomía y las proporciones de la figura humana. El tema elegido está inspirado en las Metamorfosis de Ovidio: Apolo se acerca a la fragua de Vulcano para contarle la infidelidad de su esposa Venus con Marte. Vulcano se encuentra en su taller fabricando una armadura con sus ayudantes los cíclopes, cuando aparece Apolo para anunciar la indiscreta noticia. En el rostro de Vulcano se refleja la ira mientras sus ayudantes contemplan atónitos la conversación.
Velázquez muestra claras influencias del arte italiano (Miguel Ángel), como se observa en las anatomías de los ayudantes de Vulcano, situados en diferentes posturas para demostrar el dominio de las figuras. Se advierte el interés por conseguir un efecto espacial, recurriendo a disponer las figuras en diferentes planos, ocupando todo el espacio, relacionándose a través de líneas en zigzag.
Velázquez estuvo obsesionado por conseguir profundidad en sus obras. Utiliza lo que se denomina “emparedados de espacio”, es decir, enfrenta unas figuras a otras para que en nuestra mente exista esa sensación de profundidad. Logra así la profundidad y no tanto por el paisaje que se entrevé por la ventana situada al fondo de la estancia, recurso que también utiliza.
Es admirable el realismo que consigue, como en muchas de sus obras, la calidad fotográfica de los objetos que aparecen en el cuadro, apreciable sobre todo en los objetos metálicos, armaduras, el yunque, los martillos o el mismo hierro candente muestran un gran realismo llevado al extremo. Al fondo en la parte superior derecha, se ven diversos objetos sobre una repisa que forman un bodegón por sí mismos, característico en las primeras obras de Velázquez.
La luz moldea las formas de los cuerpos que revelan la estructura de los huesos y músculos bajo la piel. Se advierte que estamos sin duda, ante una nueva fase del arte velazqueño. El potente chorro de luz que ilumina a los personajes proviene lateralmente de la parte izquierda. El colorido es ocre con ligeros toques de color rojo en el hierro, verde en las sandalias de Apolo y blanco en la jarrita.
Las naturalezas muertas son espectaculares, las podemos apreciar en la coraza, la jarrita sobre la fragua, el pico, los martillos, el cuenco o el yunque.
Esta obra es de las mas representativas del barroco español del siglo XVII. Velázquez nos muestra lo grotesco del engaño, como hicieron otros pintores con este tema. Al igual que en sus otras representaciones mitológicas, la escena se concentra en los sentimientos humanos. Vulcano aparece como un simple herrero, no como el dios cojo del mito clásico y los cíclopes son hombres que se podían contemplar en la época.
La originalidad de Velázquez consiste en situar a Vulcano, dios del fuego, en una simple fragua donde se adivina la llama de la chimenea en el segundo plano y los materiales están al rojo vivo (como él en ese momento). El salvaje fuego de los volcanes queda aquí reducido al fuego domesticado de una fragua. Los trabajadores son fuertes y musculosos al realizar permanentemente un trabajo mecánico y los vemos sudorosos, semidesnudos para resistir el calor que se desprende del horno. Sus expresiones de sorpresa trasmiten la esencia de la obra.
¿Te parece original la puesta en escena de esta obra? ¿Conoces obras de la misma temática de otros autores?