El error de las tabletas anteriores a Honeycomb

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Tras el lanzamiento del primer iPad, muchas marcas lanzaron productos similares. Por desgracia, no estaban preparadas para enfrentarse al tablet de Apple en igualdad de condiciones.

El iPad original fue recibido con mucho escepticismo el día de su presentación, pero las elevadas ventas pronto sentenciaron. Enseguida se confirmó que Apple había dado de nuevo en el clavo con un producto que iba a marcar tendencia. Por lo que multitud de fabricantes de gadgets comenzaron a preparar imitaciones que pudieran arañar cuota de mercado al superventas de la marca de la manzana.

Una de las razones más evidentes del éxito del iPad frente a los antiguos tablets que usaban Windows es que el sistema operativo estaba concebido especialmente para su control con los dedos. Así que los competidores de Apple encontraron una sola opción viable: Android.

El software de Google era muy adecuado en varios sentidos: es potente, tiene un gran ecosistema detrás y hay opción de incluirlo sin pagar licencias. Esto último era de gran importancia, porque hasta hace muy poco el mercado de tabletas Android estaba dominado por marcas enfocadas al bajo coste.

Cuando un precio reducido es el objetivo, siempre hay que hacer sacrificios. Estos dispostivos los hacían en el hardware sencillo que montaban, pero también el sistema operativo suponía una renuncia.

El error de las tabletas anteriores a Honeycomb

Android tiene mucho que ofrecer en los smartphones, pero las versiones 2.3 e inferiores nunca fueron concebidas para usarse fuera de un teléfono. El resultado de adaptarlas resultó en una experiencia de usuario horrible. En primer lugar, la resolución que soportaban esas versiones era claramente insuficiente para el tamaño de pantalla de cualquier tablet. Esto llevaba implícito otro problema: la mayoría de los elementos de la interfaz eran gigantescos, ya que se pensaron para proporciones mucho más reducidas. Malgastando de esa forma el espacio, era imposible sacar partido al dispositivo. Este inconveniente lo sufría directamente cualquier aplicación instalada, ya que no había sido diseñada con una tableta en mente.

Además, Google no permitía el acceso al Market a la mayoría de estos fabricantes, con lo cual su disponibilidad de programas era limitada. Partes importantes del sistema como Gmail o Maps tampoco estaban incluidas.

Cuando se hacen las cosas mal, no podemos esperar grandes resultados, y muchos usuarios que se decantaron por una tableta Android se encontraron con un producto que, aunque era barato, no aportaba unas funcionalidades ni remotamente parecidas a las del iPad. Y tener a los compradores insatisfechos nunca es una buena opción.

Es cierto que Samsung se esforzó con su Galaxy Tab para destacar sobre el resto de marcas de bajo coste. Gracias a la colaboración de Google lo logró, si bien el precio de su dispositivo era demasiado alto y la experiencia, aun siendo superior a la ofrecida por sus rivales, no era perfecta.

El error de las tabletas anteriores a Honeycomb

Tras la salida de Honeycomb es complicado vaticinar si el iPad verá peligrar su supremacía, pero al menos ahora tenemos la tranquilidad de que un tablet Android va a ser un producto digno, con un sistema operativo adecuado a las características del dispositivo y que ofrece la confianza del apoyo de Google. Pronto las leyes de mercado empezarán a surtir efecto, y los consumidores podremos beneficiarnos de la competencia entre los chicos de Cupertino y Mountain View.

Archivado en Android, Android Honeycomb, Tablets
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