De vez en cuando uno se encuentra con un libro maravilloso que le abre la mente o le toca el corazón. Momo es un libro que provocó en mí esos dos efectos a la vez.
Reconozco que la primera lectura que hice de él no me gustó nada, lo abandoné, no quise (o no supe) terminarlo. He de decir en mi defensa que por aquel entonces tendría nueve o diez años y muy poca paciencia para leer cualquier cosa que no fuera Mortadelo o Astérix. De esta manera, el libro se almacenó en una estantería y se mantuvo a la espera durante años (como sólo los buenos libros saben hacerlo).
Llegó un día en que me fijé en él, prácticamente nuevo, con el lomo intacto y me dije ¿por qué no lo habré leído antes?… y me puse manos a la obra (yo tendría dieciséis o diecisiete años). Aquel día tomé la decisión acertada.
Momo es un libro sobresaliente y de fácil lectura que encierra bajo unas aparentes simplicidad e inocencia una feroz crítica a nuestro modo de vida y una gran cantidad de pequeños consejos para ser más feliz y vivir mejor. Cuenta la historia de una niña que inventa juegos para sus muchos amigos y tiene la capacidad de escuchar tan bien que aquél que le cuenta sus problemas se siente tan aliviado que llega a olvidarlos por completo. Momo vive feliz con sus amigos y sus juegos cuando aparecen en escena los hombres grises: unos seres abyectos y sin alma que engañan a la gente para que ahorren tiempo, para que les den a ellos el tiempo que les sobra y poder así gastarlo cuando lo deseen. Pero este “banco de tiempo” tiene truco: cuanto más tiempo ahorras, menos vives… supongo que aquellos que no han leído el libro ya podrán imaginarse que la tierna Momo tendrá que liberar a la humanidad de la trampa tendida por los hombres grises.
Este libro ha sido descrito como una feroz crítica a la sociedad consumista en que vivimos en la que trabajar, ganar dinero y gastarlo está por encima de todo, incluso de las personas y las relaciones. Esta crítica se hace especialmente evidente en el capítulo titulado “La cuenta está equivocada, pero cuadra“. En él, un hombre gris le vende una cuenta de tiempo a un barbero: comienza a hacer números sobre todo el tiempo que supuestamente está desperdiciando y finalmente consigue engañarlo haciéndole ver que la cifra es absurdamente grande. Los números son correctos, sumas y multiplicaciones están bien hechas, pero el hombre gris omite un detalle: ese tiempo que va a ahorrar es tiempo de VIDA (sí, con mayúsculas), tiempo para dedicar a las aficiones, a los amigos a la familia… a mí me recuerda mucho a la firma de una hipoteca, cuando tienes la impresión de que sales perdiendo con el trato (pero esta es mi interpretación del capítulo).
Podría seguir comentando pasajes de este libro, pero supongo que acabaría siendo tedioso y repetitivo, así que en lugar de eso, os dejo un par de citas para ver si os entra el gusanillo y lo leéis cuando tengáis tiempo.
“Cada hombre tiene su propio tiempo. Y sólo mientras siga siendo suyo se mantiene vivo
“Porque al igual que tenéis ojos para ver la luz y oídos para escuchar los sonidos, tenéis un corazón para percibir, con él, el tiempo. Y todo el tiempo que no se percibe con el corazón está tan perdido como los colores del arco iris para un ciego o el canto de un pájaro para un sordo. Pero, por desgracia, hay corazones ciegos y sordos que no perciben nada, a pesar de latir.”
[…] Rebosante de imaginación y simbolismo, más allá de la increíblemente bien hilada historia de aventuras, este libro contiene mensajes profundos e inspiradores que afloran cuando el lector rasca un poco en la superficie. Estas incursiones filosóficas relacionadas con la amistad, el miedo a la nada y la desaparición total, la capacidad de corrupción que el poder ejerce sobre las personas o la naturaleza ambivalente del olvido (curativo por un lado y destructivo en ocasiones) elevan a La historia interminable a una dimensión que nada tiene que ver con lo que cabría esperar de una obra enfocada al público juvenil y que puede ser disfrutada prácticamente a cualquier edad al igual que ocurre con otras obras de Ende como Momo […]
El libro “Momo” es bastante sencillo, y me sorprende porque Michael expresa una realidad que no siempre vemos, la del tiempo, casi siempre estamos corriendo porque no llegamos a tiempo… Y no me había dado cuenta de tal cosa hasta que leí el libro… Debo admitir que el personaje Momo me gusta, pero Casiopea, la tortuga, me encanta, le cogí cariño por así decirlo… Recomiendo que se lean este libro.