Desde el pasado 28 de marzo, México cuenta con un museo más. Carlos Slim, el empresario hijo de un inmigrante libanés, destacado como el hombre más rico del mundo por la revista Forbes en 2011, inauguró el Museo Soumaya en México D.F. con vocación de “ayudar a conocer el arte internacional a los mexicanos que no pueden viajar fuera de su país”. El propio nombre del centro es un homenaje a Soumaya Domit Gemayel, mujer del empresario fallecida en 1999 a causa de un fallo renal.
En un alarde de filantropía, o bien en lo que podría ser su enésima campaña de marketing, Slim ha decidido poner a disposición del público su colección privada de arte que contiene 60.000 obras de significativos artistas desde los maestros italianos del S. XV como Leonardo Da Vinci hasta los españoles Bartolomé Esteban Murillo, Pablo Picasso o Salvador Dalí, pasando por el gran artista mexicano Diego Rivera o los franceses Paul Cézanne, Henri Matisse o Auguste Rodin (de quien posee la segunda mayor colección privada de sus esculturas fuera de Francia, dicho sea de paso).
Pero quizás más importante que la propia colección que alberga, cuya contemplación para el público es gratuíta, la pieza de mayor importancia es el propio museo en sí. Con un presupuesto de 34 millones de dólares (aproximadamente 24 millones de euros) el espectacular edificio es obra del yerno del propio Slim, el arquitecto Fernando Romero. Formado bajo el ala del ganador del Pritzker Rem Koolhaas, ha construído un edificio de 45 metros de alto revestido de aluminio blanco que se asemeja al volúmen de un gran cubo torsionado.
El enorme despliegue arquitectónico cuenta con -en palabras del propio Carlos Slim- presupuesto ilimitado para la organización de exposiciones, en cuyo diseño y gestaciónse reserva una cierta participación. Además de la consabida cafetería y la tienda de souvenirs con que todo aspirante a museo de hoy en día cuenta, el edificio del Soumaya se completa con un ambicioso plan urbanístico que incluye un centro comercial, un teatro subterráneo, dos torres de apartamentos y la nueva sede de su mix de empresas.
Por cierto, para no tener problemas presupuestarios… ¿qué tal empezar con una web en condiciones para el museo, amigo Carlos?