Bien es sabido que una cámara no es mejor porque tenga más megapixeles
. Al contrario, en el caso de las tarjetas de memoria, esta máxima si se cumple: una tarjeta de memoria sí es mejor cuanto mayor sea su velocidad.
Al contrario de que una cámara no es mejor por tener más megapíxeles, cuanto mayor velocidad tenga una tarjeta de memoria, mejor será esta. Eso es indudable.
El problema reside en que no todas las cámaras pueden aprovechar al máximo la velocidad de transferencia de datos que soporta una tarjeta de memoria. Por ello, debemos informarnos antes de cuanta velocidad es capaz de gestionar nuestra cámara; sino estaremos tirando el dinero.
También es verdad que en función del uso que le vayamos a dar a la cámara, nos podría valer con una tarjeta de memoria muy básica. No es lo mismo disparar ráfagas en RAW que hacer fotos cada cierto tiempo en JPG.
Hay dos maneras de medir la velocidad de las tarjetas de memoria. La más conocida es por clase. El método usado por las Compact Flash es en múltiplos de X.
La X denota el número de veces que esa tarjeta es más veloz que 1,2 Mb/s. Este índice de velocidad viene heredado de los discos ópticos, donde en las unidades lectoras/grabadoras se indica la velocidad en X.
Así pues, una tarjeta a 600x funcionará a 600 x 1,2Mb/s, que dividido entre 8 para convertir los Megabits en Megabytes, obtenemos una velocidad de transferencia de 90MB/s.
En la medición de velocidad por clase, el número de la clase equivale a la velocidad de transferencia mínima de la tarjeta. Es decir, una tarjeta de clase 8, tendrá una velocidad de transferencia de como mínimo 8MB/s, nunca bajando de esta cifra y pudiendo tener picos de transferencia más altos.
