Nik Wallenda se da un paseo sobre un cable en las cataratas del Niágara

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El equilibrista Nik Wallenda culminó con éxito su fanfarronada, cruzó sobre un cable de cinco centímetros las cataratas del Niágara, se despidió en Estados Unidos y fue recibido con vítores y aplausos en Canadá. Una proeza no apta para gente con vértigo. ¿Te atreverías a hacer algo parecido, o prefieres verlo por televisión con un Whisky on the rocks en la mano? 10 millones de personas lo vieron por televisión en la cadena ABC. Un éxito. Pero ahora quieren más, ¿se te ocurre algún desafío original para Nik?

El bisabuelo de Nik, Karl Wallenda:

La vida está sobre el alambre, todo lo demás sólo es esperar.

Cataratas del Niágara Equilibrista Hazaña

Niágara Alambre

El tipo de la foto es Nik Wallenda, un temerario de 33 años, que por lo que sé, hasta el jueves pasado residía en Sarasota (Florida). Es la séptima generación de una familia de artistas de circo, una estirpe de osados equilibristas procedentes del imperio austrohúngaro. Los “Flying Wallendas”. El tigre no puede dejar de ser tigre, ni el escorpión, escorpión, y Nik no podía escapar de sí mismo. Es lo que es, lo lleva en el ADN.

Me falta un punto de locura. Siempre que leo una noticia de este estilo, no sé si soy un cobarde o un tío sensato. ¿Por qué? ¿A qué viene esto? ¿Es por dinero? ¿Fama? ¿Ambición profesional? ¿Un reto? ¿Una apuesta que surgió a las 2 de la madrugada, mientras sujetaba la barra del bar?

Cataratas del Niágara Equilibrismo Funambulismo

Vale sí, prácticamente tenemos la misma edad y su nombre figura ya en el libro de los Récords Guinness, ha cruzado en bicicleta una cuerda de 70 metros de largo, suspendida entre dos grúas, a más de 40 metros de altura, y yo no he montado en una bicicleta que no sea estática, desde el año 2008. Soy un cagueta.

¿Qué puedo hacer? No me veo entrenando un año entero para aguantar 11 días sin dormir, y no pienso hacer pesas de cuello hasta que sea capaz de sostener un coche sobre mi cabeza. ¿Me quedarían bien 242 piercings repartidos por todo mi cuerpo? Eso no requiere un gran esfuerzo, no hay que sudar. ¡Bah! Debo asumirlo, nunca estaré a su altura, mi estirpe no es de artistas de circo.

Lo del Récord Guinnes fue impresionante, pero ahora se ha superado. Puedes verlo en las espectaculares fotos. No quiero ni imaginar su siguiente reto, su próximo desafío “mortal”. (Un minuto más tarde… tras buscar medio segundo en Google…) Confirmado. Ya ha recibido la autorización para atravesar el Gran Cañón del Colorado, una distancia tres veces más larga que su aventura en las cataratas del Niágara. ¿Usará arnés? ¿Lo retransmitirá la ABC? ¿Llevará el mismo forro polar rojo?

Me centro.

Esta va a ser la noche más excitante y la más peligrosa de mi vida.

Este trabajo requiere una gran preparación psicológica, pero también física. Y llevo haciéndolo desde los dos años.

Reto cataratas Niágara Horseshoe

Este viernes pasado, el estadounidense Nik Wallenda cumplió el sueño de su infancia y entró en la historia, atravesó las cataratas del Niágara caminando sobre un cable de acero de cinco centímetros de grosor, a una altura de 60 metros. Un abismo turbulento. Decenas de miles de espectadores contemplaron el “acontecimiento” estremecidos. Sin pestañear.

La cadena ABC, propiedad de Disney, retransmitió la “hazaña” con cinco minutos de retraso, e insistió a Wallenda para que se pusiera un arnés de seguridad, algo a lo que éste se negó hasta el último minuto. Un buen farol. La travesía se realizó por la noche, la audiencia manda. Las cataratas estaban iluminadas por enormes reflectores. Hay que reconocer que estos “gringos” son los mejores montando espectáculos. ¿No os parece curioso lo de los cinco minutos de retraso? ¿Tenían miedo a que enseñara una teta ahí arriba?

En el siglo XIX, que ya no es el pasado, otros catorce alocados ya lo intentaron; y alguno lo logró, pero no puede contarlo. Ejem. Las autoridades prohibieron estas heroicidades hace décadas, pensando que estos personajes se contentarían con salvar gatitos de las ramas más altas de los árboles. La ley seca, nada de mojarse. Empiezas así, y terminas impidiendo fumar en los bares. ¿Dónde vamos a parar? Nik quería rendir homenaje a su antecesor, James Hardy, que superó la prueba que nadie le exigía, en 1896. Un detalle sentimental.

Jamás he trabajado con medidas de protección y este arnés es muy pesado, pero acato la decisión de los patrocinadores.

Triunfante

Pasito a pasito, aferrándose a la pértiga para equilibrar su cuerpo y calzado con unas zapatillas con suela de ante que le fabricó su madre especialmente para la ocasión, salió a pasear. Siento una pequeña brisita… 550 metros y 25 minutos más tarde, 20 antes de lo previsto, calado por la neblina que forma el torrente de cataratas (2800 metros cúbicos por segundo) y con los ojos empañados por la euforia, el esfuerzo y el peligro superado, Nik pudo abrazar a su familia. Su mujer, trapecista, por supuesto, y sus tres hijos. Vaya, me cargué todo el suspense. No cayó al vacío, ¿crees que no te habrías enterado si se llega a despeñar?

Wallenda hablaba con su padre Terry por radio durante el recorrido. El progenitor, que estaba en el estudio junto a los presentadores, le iba dando instrucciones, y el protagonista de nuestra historia, respondía sin cortarse, sin miedo, con mucha calma, mostrando sus impresiones y pensamientos. Una retransmisión muy completa. ¿Eres de los que disfrutaba recibiendo consejos y avisos de tu padre, cuando aprendías a conducir? ¿Te imaginas a Cristiano Ronaldo entrevistado tras una jugada de gol, en la que no le han pasado el balón?

Dios mío, es increíble, esto deja sin aliento.

Me siento realmente bien. Realmente mojado.

Es una perspectiva increíble. Menuda bendición. Quita la respiración.

Una locura. Miles de personas fascinadas, con el estómago encogido, a una orilla y otra, en Estados Unidos y en Canadá. El equilibrista se pierde entre la bruma de espuma y niebla creada por el agua. La catarata de Horseshoe impasible, desbordada. La emoción, por todo lo alto. Al estar sobre el agua, el cable no pudo contar con los habituales cables estabilizadores para impedir que oscilara.

El alambre se mueve tanto que es muy complicado fijar la vista y ver por dónde ando.

La humedad, las fuertes ráfagas de viento, los halcones que sobrevuelan la zona, mil y un peligros, un cóctel perfecto para descargar adrenalina. Nik, imperturbable. A lo suyo. Pasito a pasito.

Gracias dios mío. Gracias por dejarme vivir este momento histórico. Nadie más va a estar aquí arriba como estoy yo ahora.

Yo desde luego, no. Puede que tú sí, puede que algún lector de este artículo esté ahora mismo animándose, un valiente. Yo me conformo con hacer barranquismo la semana que viene.

Poco antes de cumplir su objetivo, Wallenda se arrodilló sobre el cable, levantó un brazo en pose de triunfo, lanzó besos al aire y señaló con chulería a algún cómplice. ¡¿Quieres terminar ya, que estoy muy nervioso?! El público rugió, aplaudió más que a Plácido Domingo en el Metropolitan.

Lo peor fue el viento. Venía de todas partes y me empujaba desde delante y después desde atrás. Era muy difícil concentrarse. El viento en una dirección, el rocío en otra. Ese viento era realmente un desafío, más de lo que esperaba.

Finalmente, el funambulista llegó a Canadá sano y salvo, “agotado”, ¡esprintando!. Se le acercaron dos funcionarios de fronteras, dos policías. Esto… su pasaporte. Wallenda sacó el documento, que tenía envuelto en una bolsa de plástico, de su bolsillo.

¿Cuál es el propósito de su viaje?

Quiero inspirar a personas de todo el mundo. Sigan sus sueños y no abandonen nunca.

El bisabuelo Karl perdió la vida en 1978 al caerse de un cable en Puerto Rico, cuando trataba de cubrir los más de 90 metros que hay entre los dos edificios del Hotel Conrad. El año pasado, él mismo realizó ese recorrido junto a su madre, para rendirle homenaje. El vídeo circula por Youtube, pero yo no he tenido agallas para ver más que los primeros segundos…

Archivado en ABC, Aventura, Cataratas, Récord Guinness
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