Vivimos en tenebrosas cuevas, pero las películas y los telediarios son ventanas al mundo, así que ya no nos deslumbra cualquier meteorito surcando los cielos, escuchamos a todas horas historias de todo tipo y nos dormimos leyendo Moby Dick. Si volviéramos a nacer en 1950, seríamos unos expertos contrabandistas. Perros viejos capaces de traficar con arte, droga, ropa, diamantes… incluso marfil, ¡o billetes falsos! Estamos resabiados. Sin embargo, me descubro ante Eric Prokopi, me quito el sombrero. Un tipejo de 38 años y alma de pirata.
Soy demasiado viejo para tener imaginación, por lo que contaré la noticia. Las autoridades estadounidenses detuvieron a un hombre que no llevaba parche, el miércoles de la semana pasada. ¡Ah! ¡He bebido demasiado ron! Me centro. Lo acusan de introducir clandestinamente fósiles de dinosaurios en los Estados Unidos. Creo que no he bebido lo suficiente.
De momento no es delito ser tuerto ni loro, ni todo lo contrario. Entre las reliquias encontradas está el esqueleto de un tiranosaurio que habían robado en el desierto del Gobi, en Mongolia, y que había sido subastado en Nueva York el pasado mayo por Heritage Auctions, que es como Christie´s o Sotheby´s, pero en Texas. Un coleccionista de huesos que huía de la sangre. Eso sí, por donde pasaba no volvían a aparecer fósiles prehistóricos.
La fiscalía federal del Manhattan emitió un comunicado con algunos detalles de la operación. El acusado fue identificado como Eric Prokopi, y su detención tuvo lugar en Gainsville (Florida). Se confirma que Eric no es un depredador, los huesos venían limpios antes de que posara en ellos sus sucias manos. Según el fiscal Preet Bharara:
La reciente incautación del esqueleto del Tarbosaurus bataar era apenas la punta del iceberg.
Eric fue acusado de múltiples crímenes vinculados con una conspiración para importar de manera ilegal en Estados Unidos fósiles de dinosaurios. Entre los fósiles que le encontraron a Prokopi se encuentran el esqueleto casi completo de un Tarbosaurus bataar de Mongolia, el esqueleto de un Saurolophus angustirostris también procedente de Mongolia y un esqueleto de Microraptor de China.
Un parque temático en casa, sí señor. El sueño de cualquier niño con pecas. La investigación se inició precisamente cuando la justicia neoyorquina confiscó en junio pasado el esqueleto del tarbosaurio, una osamenta por la que habían pujado con cifras de varios ceros. Más de un millón de dólares. ¡Adjudicado!
Ese esqueleto reconstruido y casi completo de un Tarbosaurus bataar, primo menor del coronado Tiranosaurus Rex, respiró y masticó en el Cretácico tardío, hará unos 70 millones de años. Yo no me acuerdo, de verdad. El problema, o el delito, es cómo había llegado a los Estados Unidos. Un “sin papeles”. Fue exportado ilegalmente desde Gran Bretaña a Florida en marzo de 2010. Sospechoso. Seguro que lo escondían en un maletín.
El pasado 5 de junio cinco expertos examinaron el esqueleto de 2,4 metros de alto por 7,3 metros de largo y llegaron todos a la misma conclusión: se trataba de un Tyrannosaurus bataar. Muy profesionales. Están bastante seguros de que el origen de esta especie es la cuenca de Nemegt, en Mongolia. Un dato: esta variedad de tiranosaurio fue descubierta en 1946, durante una expedición de soviéticos y mongoles en el desierto de Gobi, en la provincia de Omnogovi. ¿Lo sabias?
Prokopi fue acusado de varios cargos, entre ellos contrabando de bienes, posesión de propiedad robada y falsas declaraciones. ¿Cadena perpetua? Desde 1924, el gobierno mongol ha promulgado leyes para que los fósiles provenientes del país sean propiedad del gobierno y por supuesto, para criminalizar toda exportación de estos restos. Si guardas uno de estos esqueletos en el garaje de casa, y pensabas subastarlo, tendrás que esperar tiempos mejores…