Uno suele esperar que un producto artístico se entregue completamente terminado. Una canción puede ser versionada, pero la original suele alcanzar más éxito. Las películas a veces cuentan con versiones “extendidas” o “del director”, aunque lo normal es que este metraje extra sólo se incluya en ediciones para coleccionistas. Respecto a los libros, a día de hoy resulta muy poco común que se modifique su texto de forma importante después de su primera edición.
Todo lo contrario ocurre con el software: lo normal y deseable es que se actualice, ya bien en ciclos cortos con pocas mejoras o en lanzamientos más alejados en el tiempo que aporten muchos cambios. Podría parecer que la naturaleza artística de un videojuegos invita a que el producto se presente perfectamente acabado. Pero lo cierto es que los aspectos técnicos han ido pensando más.
Hoy vamos a analizar cómo la capacidad de actualizar el software por Internet ha hecho que las características de las consolas y de los juegos no paren de evolucionar, de forma que existe un abismo entre el producto que adquirimos en el primer momento y el que disfrutamos hasta el final de su vida útil. Así que comprobaremos cómo han modificado las actualizaciones de firmware de PlayStation 4 y Xbox One nuestra experiencia con las consolas, y la manera en la que los parches han afectado a la calidad de los juegos. Empieza nuestro recorrido:
El ciclo tradicional
Lo cierto es que, en las generaciones anteriores a la actual, todo era muy distinto. Aunque con PlayStation 3 y Xbox 360 se inauguró la posibilidad de las actualizaciones por Internet, tampoco se aprovecharon como ahora. El caso es que antes las consolas llegaban con una serie de posibilidades cerradas, que no cambiaban a lo largo de su vida útil. Los juegos se entregaban completamente terminados y, si tenían un fallo, no era posible corregirlo a posteriori.
Sólo existía un tipo de evolución, la de los juegos que iban mejorando según los desarrolladores dominaban en mayor medida el hardware. La verdad es que los aficionados nos sorprendíamos de la manera en la que una consola ofrecía cada vez mejores gráficos o más contenido con cada nuevo lanzamiento, algo que aún sigue ocurriendo a día de hoy. Pero las cosas se han vuelto muy distintas ahora.
Las situación actual
Actualmente es difícil concebir una consola sin conexión a Internet. No necesitan mantenerse online en todo momento, pero lo cierto es que si no tenemos la posibilidad de hacer descargas en determinados momentos, mejor olvidarse de la nueva generación. Nintendo Wii U no depende tanto de Internet, pero PlayStation 4 y Xbox One no se pueden disfrutar como es debido sin acceso a la red de vez en cuando. Veamos por qué:
Prestaciones a cuentagotas
Los sistemas operativos de las consolas actuales vienen sin terminar. Para empezar, porque quienes las compraron el primer día tuvieron que hacer descargas enormes para disfrutar de todas sus posibilidades. A día de hoy esto no ocurre, pero sigue siendo necesario actualizar el sistema con regularidad. Ciertas características de las máquinas que fueron anunciadas en su presentación aún están pendientes de llegar, y muchas otras novedades se irán incorporando poco a poco.
La verdad es que no hay que contar con acceso a Internet para disfrutar de estas mejoras tan críticas, porque con los discos también se incluyen. Pero nos pueden llegar meses tarde (depende de la frecuencia con la que compremos juegos) y, si se tratan de parches del sistema puntales para resolver un problema de compabilidad con un nuevo lanzamiento, nos veremos en un problema si no tenemos acceso a la red.
Títulos multijugador vivos
Las actualizaciones representan la parte técnica de la generación de consolas que nunca se encuentra acabada, pero ahora los juegos también están “vivos” y cambian con el tiempo. Hasta ahora, la mayoría de las experiencias no variaban una vez salía el título. Los modos multijugador podían dejar de contar con participantes y volverse aburridos, pero poco más.
Sin embargo, propuestas como Destiny o incluso el veterano Wolrd of Warcraft nunca dejan de cambiar. Lo que nos hacen disfrutar depende de cómo juegue la comunidad, incluso es difícil para la prensa poder valorar su calidad sin miles de participantes disponibles. Por otro lado, tiene que llegar contenido sin parar, ya que se tratan de juegos que deben proporcionar muchas horas de diversión. En este tipo de aventuras resulta clave organizar eventos cada poco tiempo, y lanzar regularmente expansiones que animen a seguir enganchado.
Los odiosos parches
A día de hoy, el software que viene en los discos puede ser extremadamente deficiente, estar sin terminar y encontrarse lleno de bugs. Tenemos ejemplos recientes como el de The Evil Within o el de Assasin’s Creed Unity. Hay muchos juegos que no vale la pena instalar en nuestra consola si no contamos con acceso a Internet para actualizarlos y, en ciertos casos, hemos que esperar varios días a que nos llegue un parche que haga la experiencia aceptable.
Otro tema es el de los contenidos descargables, que se popularizaron durante la anterior generación. Cuando compramos un juego podemos saber, gracias a los análisis de los medios, la calidad que ofrece. Pero muchas veces se nos entrega un producto al que se le han quitado partes para venderlas después por separado. Esto ya resulta bastante negativo de por sí, pero lo peor es que la experiencia del juego se modifica.
Los contenidos descargables llegan representar una parte importante y enriquecedora del juego. Pero salen semanas después del lanzamiento, así que en el momento de la compra no podemos saber si serán buenos. Un juego de calidad (pero con un argumento de final abierto) puede empeorar mucho si el descargable que pone fin a la historia no da la talla.
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Hemos visto que en esta generación tanto las consolas como los juegos son un “work in progress”, productos dinámicos que van cambiando. ¿Es eso malo? Desde luego, encuentro positivo que el hardware gane prestaciones… siempre que los fabricantes se comprometan a una fecha para lanzarlas y la cumplan. Por otro lado, los títulos multijugador que evolucionan a lo largo del tiempo también me parecen una buena idea, a pesar del peligro de que empiecen muy fuerte y en poco tiempo pierdan interés.
Pero lo que considero inaceptable es que un juego en un disco venga sin terminar y necesitemos Internet para actualizarlo, más aún si el parche que corrige todos los fallos tarda varios días en llegar. Incluso peor resulta el tema de los contenidos descargables, que no sólo representan un técnica ruin para exprimir a los jugadores, sino que nos impiden saber cómo es el juego en su conjunto cuando lo vamos a comprar.
Así que esta es la época que nos ha tocado vivir: hacernos con consolas cuyas prestaciones van cambiando, juegos que no siempre son iguales y software que necesita de arreglos de última hora para funcionar. Desde luego, el mundo se mueve cada vez más rápido.
¿Qué opinas de este tema? ¿Echas de menos los viejos tiempos en los que todo era previsible, o te gusta sorprenderte con las novedades que no cesan en el segmento del ocio electrónico?