¡Truco o trato! Esta es probablemente la frase que más se escuchará esta noche por boca de los niños. Sin embargo, antes de que se convirtiese en una fecha más del calendario de ventas de las grandes empresas (nos bombardean a publicidad en todos los lugares), Halloween era una celebración celta que honraba a los fallecidos.
Cierto es que esta celebración es más importante en los países anglosajones (Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos…) donde normalmente los niños — aunque cada vez más se ha abierto al público en general — se disfrazan de alguna figura terrorífica y deambulan de portal en portal en busca de caramelos.
Antiguamente, hace alrededor de 2.500 años, los celtas celebraban en el 31 de octubre el comienzo del año y de la estación sombría (tan solo tenían dos estaciones, una oscura y otra luminosa). Para los celtas, las fronteras entre el mundo de los muertos y de los vivos se hacían más débiles esa noche.
La principal fiesta de los celtas era Samhain, que se celebraba el 1 de noviembre (proviene del gaélico samonios, y significa etimológicamente el fin del verano), y era el primer día del año, o mejor dicho la primera noche, puesto que los celtas contaban por noches.
Halloween estaba lleno de significado, como podemos leer en Mashable, pues no pertenecía ni a un año ni al otro, estaba justamente en el medio. Principalmente, consistía en una serie de ritos druidas en un ambiente bastante festivo, lleno de banquetes y sacrificios.
Sin embargo, su fin llegó con el cristianimo, que condenaba cualquier acto pagano. Así, el papa Gregorio IV oficializó el día 1 de noviembre el día de todos los santos, teniendo lugar el primero de ellos en el año 835.
Pero esto no acaba aquí. Algunos siglos más tarde, entre 1845 y 1851, muchos irlandeses y escoces a raíz de una gran hambruna, emigran al Nuevo Mundo llevándose con ellos la tradición de All Hallows-Even, la víspera del día de todos los santos.
Según la leyenda irlandesa-escocesa de Jack la linterna o Jack-o’-lantern, a Jack, un borracho y mezquino herrero, se le impidió entrar al cielo por su vida libertina. Sin embargo, tras tratar con el Diablo, también se le denegó su entrada al infierno. Así, el día de su muerte — el 31 de octubre — se le condenó a vagar por la oscuridad con forma de nabo-linterna.
Como en Estados Unidos era más común la calabaza, se adaptó esta tradición celta a la cultura americana hasta lo que conocemos hoy en día.
¿Qué te ha parecido el origen de esta celebración? ¡Pasa un feliz Halloween, o día de todos los santos para los no anglosajones!
