El ordenador de sobremesa está cada vez más pasado de moda. Muchos son los hogares en los que todas sus funciones son cumplidas por un portátil, que da mayores opciones de movilidad, pero que tampoco está exento de ventajas aun cuando está fijo en un sitio. En primer lugar, nos permite ahorrar mucho espacio, ya que, en vez de tener ocupada una mesa con los distintos periféricos, podemos concentrar todo nuestro equipamiento en un aparato compacto y ligero. Por otro lado, el orden y la facilidad de limpieza que aporta es notable: en un ordenador de escritorio tradicional contamos con una torre y un monitor, con sus correspondientes cables de alimentación y vídeo. Además, si los altavoces no van integrados en la pantalla, sumamos dos cables extra, y otros dos si el ratón y el teclado no son inalámbricos. Y si a esto le añadimos impresoras, routers, cables de datos de dispositivos móviles, webcams… nos encontraremos con que en demasiadas ocasiones detrás de la mesa donde está colocado nuestro equipo hay una impenetrable jungla de conexiones que no sólo son antiestéticas, sino que en muchos casos resultan muy complicadas de manejar.
Es normal en estas circunstancias que muchos usuarios empiecen a decantarse en exclusiva por los portátiles, pero lo cierto es que no siempre es lo inteligente. Si pasamos muchas horas frente al ordenador, apreciaremos la comodidad de una pantalla amplia y bien colocada, de un ratón en lugar de un trackpad y de un teclado amplio. En caso de que no necesitemos usar el dispositivo en movilidad, o de que nos podamos permitir comprar uno para casa y otro para el exterior, hay una opción que aúna todo lo bueno de sobremesas y portátiles. Hablamos de los todo en uno, aparatos en los que los componentes se integran en lo que parece ser el monitor: no sólo lo que normalmente nos encontramos en una torre, sino que webcam y altavoces también van incluídos en un gadget que necesita como único cable el de alimentación. Obtenemos así ahorro de espacio, orden y limpieza sin renunciar a una pantalla amplia y una gran ergonomía.
Apple y su iMac han hecho mucho por popularizar este formato, pero cada vez más marcas siguen sus pasos. Pienso que todos los fabricantes deberían intensificar su apuesta por este concepto, porque en mi opinión es la única esperanza de que el ordenador de sobremesa no acabe por tener una cuota insignificante en el mercado doméstico. Las empresas también reconocerán con el tiempo las ventajas de esta idea, pero para ellas no es un tema tan prioritario. Como feliz usuario de un all-in-one no se me ocurriría volver a adquirir una torre y un monitor, a pesar de que ofrezcan mayores opciones de personalización y expansión, sean más fáciles de reparar y permitan acoger un hardware más potente. A día de hoy, lo verdaderamente importante en un aparato es la experiencia global que pueda brindar, y creo que los todo en uno disponen de sobradas ventajas para destacar en este aspecto. ¿Qué opinas tú? ¿Cuál es el tipo de equipo que mejor se adapta a tus necesidades?