Germain es un profesor que lleva la palabra “frustrado” pintada en la frente. Y que no se me cabreen los profesores, por favor, es algo que ya ocurría en tiempos de Aristóteles. Estos jóvenes están asilvestrados, decían…
Imparte francés en el Instituto Gustave Flaubert, y no, no lleva camiseta verde en protesta por los recortes, no tiene esperanzas, se apagó la cólera de Dios. El bajo nivel intelectual y literario que despliegan sus alumnos corroe sus ilusiones como un ácido descomponiendo un caballo blanco. Qué frase más cursi, por Dios. Está desesperado. Es más, los desgraciados a los que da clase, no demuestran pasión por nada, ni tienen intereses más allá del móvil, el sofá y la pizza. Cómo se nota que esta historia la escribió un español…
La película comienza con el extraordinario Fabrice Luchini corrigiendo irritado unas redacciones de sus chicos, dos líneas para contar lo que han hecho durante el fin de semana. El viejo comenta con su mujer lo que está leyendo, la estupenda Kristin Scott Thomas. Está escandalizado al ver la radiografía de unas mentes tan simples, este nuevo curso tendrá que sudar tinta china si quiere educar a los estudiantes, cuando de pronto, aparece un escrito que le deja sin palabras. Dos caras. Está bien redactado y además, añade un punto de tensión que atrapa tu atención. Un vocabulario correcto, sí, un observador sutil. Y sin embargo…
Es un chico que prefiere sentarse discretamente en la última fila, “desde donde se puede ver a los demás”. Como él mismo hacía en su época. Germain empuja a Claude (encarnado por el joven e inquietante Ernst Umhauer) a continuar el folletín. Ve en el muchacho un buen escritor en ciernes, y ha decidido, que será su mentor. A partir de aquí, François Ozon nos propone un entretenido e ingenioso juego a los espectadores. Un peligroso abrazo entre la realidad y la creación. Gracias al relato del chico, ambos entrarán en casa de un compañero de clase.
Como dije antes, la historia germinó en la mente de un español, Dans la maison está basada en la obra de teatro de Juan Mayorga, “El chico de la última fila”. Premio Nacional de Teatro 2007. El autor estuvo presente en la rueda de prensa del Zinemaldia y quiso subrayar la necesidad de imaginación de los dos protagonistas masculinos.
La vida, la realidad, no es suficiente para ellos. Todos queremos ser el Sultán de Sherezade (Flaubert).
La película de Ozon consigue hacer de cada espectador un creador y un crítico.
Ozon también habló, nos descifró algunas claves de esta cinta que compite en la sección oficial del festival. La Concha de Oro a la mejor película tiene aquí un serio candidato.
Quiero dar al espectador elementos para que él mismo se sienta actor. Solo hay que entrar en el juego. La película puede ir en todas direcciones, hacia el thriler, el suspense o el melodrama. Eso es lo que más me gustó del libro, que todo es posible.
Yo establezco un dispositivo y después cada uno ve en él lo que quiere.
Hay personas que imaginan finales diferentes, por ejemplo que Claude va a matar a la familia.
Es una película francesa y eso echa para atrás a mucha gente, lo sé. Pero no deben tener miedo, tiene el ritmo narrativo y el ingenio de los mejores filmes de Woody Allen, abrirás los ojos de la tensión, como cuando Hitchcock jugaba con nosotros en La ventana indiscreta, te angustiarás y sentirás impotencia como James Stewart en su silla de ruedas. No lleves bostezos a la sala de cine, no te harán falta. Y quién sabe, puede que aprendas algo sobre ti mismo.
No lo dudes, descárgate esta película de Internet en cuanto puedas, y así, en un futuro próximo solo podremos ver Torrentes, Avatares, y A todo gas 18. El cine estará lleno de gente vacía.
Tú decides.