A estas alturas te habrás enterado, hubo desmayos y ataques de llanto entre el público, cuando se proyectó en el Festival de San Sebastián. Pues será verdad, pero yo estuve allí y no vi nada. El Kursaal estaba abarrotado y al finalizar la proyección la gente no salió en silencio, se quedó ovacionando a los creadores, un homenaje sincero, caluroso, aplaudían entusiasmados, no por puro trámite. Mientras bajaba las escaleras para salir a la calle, casi todos los comentarios que escuché eran de admiración. Casi todos. ¿Qué me pareció a mí? Te lo resumiré en una frase: Lo imposible es una conmovedora película comercial que no te dará respiro. Juan Antonio Bayona te deja noqueado desde las primeras imágenes, te recibe con un gancho en el oído. El sonido retumba por toda la sala. Demasiado alto.
El guion se inspira en la historia real de la familia española Álvarez Belón durante su viaje a Tailandia en las Navidades del año 2004. Aquí son los Bennet, hablan inglés y los actores responden a los nombres de Naomi Watts y Ewan McGregor. Una producción tan cara tiene que venderse en el extranjero, es comprensible. Naomi está genial, pero quien deslumbra es el joven Tom Holland. Lucas, el hermano mayor. Apunta este nombre, habrá que seguirlo de cerca.
El clímax no es la llegada del tsunami, la devastadora ola gigante que acabó con la vida de más de 230.000 personas no tarda en engullirnos. Un violento muro de agua negra. Ahí comienza la aventura, la familia tendrá que luchar por su supervivencia. Prepara tu estómago, es tanto el realismo que las imágenes crudas se suceden como fichas de dominó cayendo una tras otra, la sangre te mancha, y los terroríficos golpes que arrastran los escombros, podrían impactarte. Un aviso: es muy posible que las lágrimas llamen al timbre de tus retinas y puede que tengas que abrir la puerta. Tenemos sentimientos, y aquel drama aún está reciente.
El cine de catástrofes de los años 70 ha encontrado un digno sucesor, aunque visto lo visto, parece que su director tiene otro referente claro en la cabeza: Steven Spielberg. Realismo, perfección técnica, suspense, y… final frankcapriano.
Llámame criticón o aburrido, pero yo eché de menos más pausa para asimilar la desolación, la desorientación de los protagonistas. Vale, sé que sucede todo muy rápido, que fue algo inesperado, incomprensible, lo que pasa es que en ningún momento dudas que habrá “final feliz”. Para la familia separada. Tanta promoción con los personajes reales tampoco ha ayudado, nos ha robado la incertidumbre y eso ha bajado la tensión varios grados.
No es la mejor película que se ha proyectado en el Zinemaldia, ni mucho menos. Es una historia humana, una aventura real, que desgraciadamente no es tan creíble si hablamos de ficción. Por mucho que sucediera tal cual. En la ficción hay otros códigos. ¿Recomendable? Sí. ¿Lo pasarás bien? Probablemente, no.