Argo es una película de Hollywood. Una gran película de Hollywood. Soy consciente de que las connotaciones son pesadas cadenas y no me siento prisionero. Soy libre de decir lo que he dicho. Otros serán más crueles, dirán que es una americanada. Tienen razón. Es una americanada desbordante de intriga, tensión, entretenimiento y profesionalidad. Una película redonda, que rodará por la alfombra roja del Kodak Theatre, el día de los Oscars. Verás.
No hay duda, Ben Affleck se ha situado entre los directores de cine más prometedores de la meca del cine. No estoy bromeando. Es su tercer largo, y si ya nos cautivó en The Town, ahora recrea con gran habilidad un escalofriante hecho real en el Irán de los ayatolás, justo después de la caída del Sha.
Te pongo en antecedentes. El 4 de noviembre de 1979, la revolución iraní alcanzaba su punto álgido, el pueblo estaba muy excitado, buscaba culpables, necesitaban ajusticiar a los responsables de la brutal represión que habían sufrido en tiempos no tan pasados. Para entonces, el Sha de Persia, que era el “imprescindible” aliado de occidente en la zona, ya estaba en el exilio, y Jomeini tomaba las riendas del país. ¿Adivinas dónde buscó y consiguió asilo Reza Pahlevi, el emperador de Irán? Ya tienes el cuadro pintado a brochazos, ahora intentaré coger un pincel para detallarte una esquina, aunque no llegue al realismo de Imán Maleki.
La historia que Affleck quiere contarnos surge cuando algunos militantes islámicos irrumpen a empellones en la embajada de Estados Unidos en Teherán y toman cincuenta y dos prisioneros. Imagínatelo. Estás ahí dentro, eres un simple funcionario trabajando en un país lejano, no eres James Bond, no eres un espía, destacas por tu normalidad. Y de pronto, una muchedumbre exaltada, fanáticos con sangre en los ojos, penetran en el edificio, entre gritos, vítores y estacazos, violando los derechos diplomáticos. Temes por tu vida. Si no te da un ataque de histeria, has comprobado que tienes nervios de acero.
Todo ocurre muy rápido, hay que destruir documentos confidenciales antes de que puedan entrar. Y en mitad del caos, seis de ellos logran escapar y encuentran refugio en casa del embajador canadiense. Es cuestión de tiempo que los encuentren. Y si los encuentran…
Un agente de la CIA, experto en misiones de exfiltración, llamado Tony Mendez organiza un arriesgado plan para sacarlos del país de forma segura. No es un buen plan, y sin embargo, no hay nada mejor. Viajará a Teherán convertido en productor de cine, está localizando exteriores para una superproducción. Pero tiene que ser creíble, es cuestión de vida o muerte, y para eso, el gobierno de los Estados Unidos tendrá que rascarse el bolsillo, tendrán que financiar una película real. Una especie de Star Wars de lo más hortera.
Es imperioso conseguir publicidad en la prensa y necesita sí o sí, una oficina en Los Ángeles. Ahí entran en escena John Goodman y Alan Arkin. Los huidos se harán pasar por un equipo de filmación canadiense para poder cruzar los rigurosos controles de la aduana iraní. Todo un reto. Se aprovechan de la fascinación que provoca Hollywood por todo el mundo. Por una vez, la frivolidad y estupidez de algunos será productiva.
El guion de Argo es el mecanismo de un reloj suizo. Para bien y para mal. Todo está calculado y sucede cuando tiene que suceder. Está basado en hechos reales, y además, Ben escribió junto a Matt Damon El indomable Will Hanting, que ganó un Oscar en este apartado, así que no estoy para darle lecciones.
Es una historia inusual, increíble y absurda. Cuando me dieron el guion, no podía creerlo. Enseguida dije “quiero dirigirla”, el hecho de que todo eso haya ocurrido la vuelve fascinante en sus detalles.
Argo es un thriller político que te mantiene con los ojos abiertos todo el tiempo, demostrando el gran pulso narrativo del director, una historia inteligente, que hará que te muerdas las uñas, pero que también te sacará alguna sonrisa. Y… ¡aparece Walter White! ¡Bryan Cranston!
Desde un punto de vista político podrás lanzar varios dardos. Que si es una película patriótica que aviva la llama del nacionalismo yankee, que si no ataca lo suficiente al gobierno de los Estados Unidos por apoyar al Sha, que ya es casualidad, que justo ahora, salga esta cinta “en contra” de Irán… Tú mismo. Somos mayorcitos.