Cuando, a principios del 2010, Google presentó el Nexus One, no pretendía unas grandes ventas, sino ser un referente para el resto de los fabricantes que usaban Android. En ese sentido, fue muy exitoso, ya que muy pronto sus avanzadas especificaciones fueron adoptadas por todos los teléfonos de gama alta. Su lanzamiento representó la mayoría de edad para el sistema operativo de Google, que empezó a aumentar su popularidad de forma vertiginosa a partir de ese momento.

Con el lanzamiento del Nexus S, la intención parece haber cambiado. No estamos ante un terminal tecnológicamente puntero. Si hay un objetivo para este modelo, es dar los primeros pasos para el despliegue de NFC, pero a nivel de hardware no vamos a encontrarnos ante ningún paradigma. La propia Samsung va a lanzar en breve modelos mucho más avanzados. No es el único fabricante con esas intenciones, por eso es probable que Google se diera cuenta de que las marcas ya no necesitan que se les impulse para mejorar los componentes de sus teléfonos.

La idea clave que subyace en ambos smartphones es otra. Que las actualizaciones del sistema operativo son muy importantes.. Una indirecta al resto del ecosistema del robot verde que todos los usuarios esperamos que sea captada.

La fragmentación de software de Android

Cualquiera de los propietarios de los Nexus obtiene las nuevas versiones de Android en un tiempo récord. Muchos otros teléfonos tardan meses, algunos nunca son actualizados. Los que sí lo son, no siempre disfrutan de la última versión que se ha lanzado. Y a lo largo de la vida de un móvil sólo suele ver renovado una vez el firmware, cuando Google puede haber lanzado cuatro ediciones de su sistema operativo en ese tiempo.

Los usuarios valoran mucho las actualizaciones. Siempre traen mejoras de interés. En el caso de Froyo, supuso un antes y un después en el rendimiento del sistema. Sin olvidar que muchas aplicaciones necesitan de versiones modernas de Android para funcionar. Además, a todo el mundo le gusta comprobar que aún después de haber haber pagado un producto sus creadores no se desentienden de su funcionamiento.

Pero los fabricantes no parecen entender la necesidad de sus clientes de que el software de su teléfono no se quede obsoleto. Estamos ante un caso problemático. Por un lado, adaptar la última versión de Android a un terminal antiguo requiere un trabajo considerable que, hasta hace muy poco, las marcas de móviles no tenían que hacer. Por el otro, una actualización puede alargar la vida útil del aparato de manera considerable, y a las empresas que se dedican a vender smartphones les interesa que estos se renueven cada poco tiempo.

El objetivo de Google

En este contexto, la empresa del buscador más popular del mundo quiere dar ejemplo de como se debe mantener al día un teléfono. No sólo dar ejemplo, va a forzar al resto de marcas a reaccionar: lanzando el Nexus One y el Nexus S están compitiendo en el mercado contra otros modelos con menos posibilidades de recibir nuevo firmware, con lo que los demás fabricantes tendrán que esforzarse en actualizar sus terminales si no quieren quedar en desventaja. Google no tiene ningún interés en que sus Nexus sean muy vendidos gracias a sus actualizaciones, su negocio no es el hardware. Lo que lo que pretende es que Android sea una experiencia de primera calidad. Para eso es clave que todos los fabricantes se comprometan a renovar el software de sus teléfonos. Y los Nexus sólo son una herramienta para lograr eso.

Por el bien del futuro de la plataforma de Google, espero que el mensaje que están lanzando a las marcas sea escuchado, y nuestros móviles puedan disfrutar de numerosas actualizaciones a lo largo de su vida útil.