Estamos acostumbrados a que, cada cierto tiempo, aparezcan noticias en la prensa sobre el eterno enigma de la Mona Lisa. Las teorías que van surgiendo son de lo más variopintas, desde la universalmente aceptada de que la Gioconda (esposa de Francesco del Giocondo) era una “amiga especial” de Leonardo Da Vinci y por eso el famoso cuadro estuvo oculto en el estudio del pintor hasta su fallecimiento, hasta otras hipótesis más peregrinas que hablan de que en realidad es un autorretrato del propio artista travestido, o de las supuestas mil y una enfermedades que se le atribuyen a la retratada por el tono amarillento de su rostro.
El objeto de todas estas teorías es siempre la figura de la Mona Lisa, pero muy poca gente suele reparar en el resto del cuadro. Éste es el caso del artista Mike Ruiz, que se preguntaba qué es lo que hay en realidad detrás de la famosa figura. Conocemos la parte superior del paisaje, que es todo un ejemplo de la técnica del sfumato leonardesco, con un paisaje semidesértico que a modo de ilusión óptica está a un nivel superior en la zona derecha del retrato que en la izquierda, pese a que el ojo humano lo ve como algo normal.
Pero, ¿y detrás de la figura, en la zona inferior, qué hay? Ni corto ni perezoso, Mike cargó una fotografía en alta resolución en Photoshop CS5, seleccionó la silueta de la Gioconda y mediante la opción “rellenar según contenido” dejó que el programa intentase adivinar el resto del paisaje que no vemos en el lienzo en función del contenido que rodea la zona seleccionada. La imagen final es la interpretación que realiza el software de Adobe del que podría ser el posible paisaje, una potente herramienta que puede dejar boquiabierto a más de uno con un uso adecuado.
Una vez generada la nueva imagen con el paisaje de fondo, Ruiz la envió a un artesano en China para que fuese pintada al óleo sobre lienzo, y el resultado final, que forma parte del proyecto artístico Replaced (Reemplazada) es el que podemos contemplar en la imagen. Un paisaje ciertamente inquietante, que se asemeja a los desiertos surrealistas de Yves Tanguy o Salvador Dalí.
¡Quién le iba a decir al pobre Leonardo Da Vinci que la obra que pintó entre 1503 y 1506 iba a dar tanto que hablar cinco siglos después! De todas formas, el que la Mona Lisa sea considerada una obra especial y enigmática es un hecho relativamente reciente. El cuadro fue hallado en 1519 a la muerte del artista en Francia y prácticamente pasó desapercibido hasta 1911. Ese año, el 21 de agosto, la obra de arte fue robada del Museo del Louvre en París y pasó casi un día hasta que el personal del museo se percató de su ausencia. A raíz de este hecho el cuadro fue reproducido hasta la saciedad en las portadas de toda la prensa internacional por primera vez en la historia, haciéndose una obra conocida en todos los países industrializados.
Con su amplia reproducción en la prensa el lienzo fue ganando popularidad y en 1919 el escándalo fue servido de la mano del artista Marcel Duchamp, quien reprodujo la obra pintándole bigotes y perilla, con la inscripción L.H.O.O.Q., que en francés suena parecido a Elle a chaud au cul, es decir, Ella tiene el culo caliente. Este suceso le volvió a ganar a la Mona Lisa una nueva presencia en prensa, especialmente después de las sucesivas versiones que hizo de ella Duchamp, incluyendo una con la misma inscripción pero sin bigote ni perilla, a la que llamó L.H.O.O.Q. afeitada.
Cuarenta y cuatro años después, Andy Warhol termina por lanzar la obra al estrellato al reproducirla mediante serigrafía treinta veces en una obra de casi tres metros de alto. Es su famosa Treinta son mejor que una de 1963 de la que ya hablábamos el otro día.
A partir de entonces y hasta nuestros días, la prensa internacional y el gran número de visitantes del Louvre han ido haciendo el resto del trabajo (incluído el ataque que sufrió en 2009 con el lanzamiento de una taza por una turista rusa), hasta conseguir que hoy la Mona Lisa sea considerada por muchos el cuadro más famoso del mundo.