Ciertamente las redes sociales en general y Facebook en particular han cambiado nuestro modo de comunicarnos, y esto ha influido de forma clara en nuestra vida. Ahora tenemos mayor acceso a la información y el medio para compartirla de modo rápido y eficaz. Pero el uso de “nuevos” medios está generando un factor adictivo o de dependencia que en algunos casos podría convertirse en peligroso o cuando menos alarmante.
Como podemos ver en el vídeo de Alex Trimpe que encabeza esta entrada nos encontramos con algunos datos muy llamativos sobre el uso de Facebook. Lo primero que llama la atención es ver como 1 de cada 13 personas en el mundo utiliza esta herramienta, lo que nos lleva a sobrepasar la nada despreciable cifra de 500 millones de usuarios. Más espectaculares aun son las cifras si nos centramos en EEUU , algo más de 200 millones, lo que viene a representar un 71,2% de los internautas norteamericanos. No obstante estas cifras solo reflejan la expansión y aceptación que ha tenido el desarrollo del señor Zuckerberg alrededor del mundo, pero no la obsesión que estos usuarios pueden desarrollar con su uso, la cual está sujeta a la percepción de cada uno.
Pero para entender mejor este fenómeno sigamos arrojando cifras. El 48% de los jóvenes entre 18 y 34 años comprueban Facebook nada más despertarse, por otro lado el 57% reconoce “hablar” más en esta red social de lo que lo hace en la vida real. En el transcurso de 20 minutos se comparten 1 millón de enlaces, se mandan casi 1,5 millones de invitaciones a eventos, se realizan prácticamente 2 millones de peticiones de amistad y se suben alrededor de 2,7 millones de fotos. Sin duda son cifras que muestran el poder de estas redes de comunicación y nos deben mantener alerta para saber gestionarlas y utilizarlas para nuestro beneficio con responsabilidad.
Personalmente soy un fanático de las nuevas tecnologías y los social media, pero es importante saber utilizarlas de forma adecuada y no esclavizarnos con su uso. Debemos entender que disponemos de unas herramientas fantásticas como complemento a nuestras relaciones personales, pero que en ningún caso pueden suplantar a nuestra vida “offline”. Y sobretodo me gustaría destacar que somos la generación que tiene la obligación y la responsabilidad de llevar esta revolución tecnológica a buen puerto y de este modo construir un futuro mejor para las generaciones venideras.
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