En la pasada WWDC el carismático Steve Jobs presentó una nueva versión del sistema operativo del iPhone y el iPad. Minutos después del evento, por Internet se leían toda clase de acusaciones de plagio y copia descarada. ¿En verdad ha tomado Apple planteamientos prestados de sus competidores? Si es así, ¿estamos ante algo necesariamente reprobable?

Las ideas en disputa

El primer aspecto que se resuelve de forma muy similar a las plataformas rivales es la imprescindible mejora del sistema de notificaciones. También la integración de Twitter, la sincronización por wifi o la posibilidad de tener almacenados nuestros documentos en la nube. Otras novedades provienen de terceras empresas: la aplicación de mensajería entre usuarios de iOS, el gestor de tareas basado en la localización o el teclado adaptado para su uso con los pulgares.

No cabe duda de que son buenas ideas, ni de que en Apple sencillamente optaron por coger algo que ya funcionaba e integrarlo en su sistema. Podrían haberse decantado por ser originales, pero resultaba ilógico: estaban al alcance de su mano conceptos de probado éxito y fáciles de implementar. Empezar desde cero representaría mucho esfuerzo, y no tenían garantías de que el resultado superara a lo que ya existía.

Copiar está bien

No hay nada malo en el comportamiento de los de Cupertino. Todo lo que producimos hoy en día está basado en el trabajo previo de otras personas, sin importar en que campo nos fijemos. Cuando hablamos de temas creativos (y las novedades de iOS 5 tienen un carácter más creativo que técnico) cada nueva aportación se inspira en las tendencias que en ese momento sean populares. Desde luego que se puede llevar a cabo un revolución, pero no es una tarea sencilla, ni que se ejecute en poco tiempo.

Solemos pensar en Apple como una compañía capaz de sorprendernos con su estilo propio, pero ni siquiera ellos pueden reinventarse por completo en cada actualización. Tampoco tendría sentido, ya que iOS es un sistema operativo moderno y funcional, sobre el que eran muy necesarios ciertos retoques, pero cuyos fundamentos siguen siendo válidos.

Todo el mundo lo hace

En esta ocasión han sido los chicos de Steve Jobs los que que copiaron de forma descarada a sus competidores, pero si miramos atrás comprobaremos que en el pasado la situación fue la inversa. El primer iPhone acuñó el concepto de smarphone moderno, sin el cual Android, Windows Phone 7 o webOS quizá no existirían. Su influencia sobre el nacimiento estas plataformas fue enorme, de hecho lo que intentaban era perfeccionar la fórmula de Apple. La multinacional californiana también está siendo imitada hasta la saciedad con su iPad, que consiguió revalorizar el formato tablet, muy poco extendido anteriormente.

Es cierto que Android 3.0 y el futuro Windows 8 aportan más que iOS 5, pero nos encontramos otra vez con que nadie posee la capacidad para hacer una revolución con periodicidad anual. Un tema controvertido es que la marca de la manzana recurre a los tribunales si considera que se está infringiendo su propiedad intelectual, como ha ocurrido en el caso de Samsung, dando la impresión de que tiene una doble moral que aplica según le conviene.

El camino a seguir

La conclusión parece clara: es correcto inspirarse en los demás cuando vamos a ejecutar una mejora sobre el producto original. Sin duda apostar por ideas frescas supone un mérito mayor, pero en cualquier caso muchas de esas “novedades” estarán basadas en modelos ya establecidos. El conocimiento humano se distingue por su carácter acumulativo, y es normal que esto se traslade al mundo de la informática. No tenemos nada que reprochar a Apple por fijarse en sus rivales para avanzar. Al contrario, lo más conveniente para los usuarios es que de cada uno de los creadores de sistemas operativos móviles coja las ideas clave de los otros, las perfeccione y añada las suyas propias, cerrándose así un círculo que permita disfrutar de un software en constante evolución. Todos nos vamos a beneficiar de este comportamiento, porque, en el fondo, copiar es bueno.