Maruja Mallo: la soledad como fuerza creadora

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Maruja Mallo fue una mujer transgresora e inconformista con las convenciones sociales de su tiempo, una pintora única que exploró el imaginario creativo del siglo XX y un personaje público de la talla de Dalí o Buñuel a la que se le ha negado hasta la fecha, un lugar en la historia de la pintura española.

Sucede a menudo que grandísimas figuras de todos los campos se ven ensombrecidas por genios que traspasan fronteras y trascienden épocas. La pintora surrealista Maruja Mallo es un claro ejemplo de figura eclipsada y empequeñecida por la arrolladora personalidad de Salvador Dalí.

Ana María Gómez González (auténtico nombre de Maruja Mallo) fue una pintura surrealista nacida en Viveiro (Lugo) en 1902. Con veinte años viaja a Madrid para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en calidad de alumna becada por la Diputación de Lugo y allí conoce y se relaciona con figuras de la talla de Dalí, Lorca, Buñuel, Margarita Manso, María Zambrano o Rafael Alberti (con el que mantendrá una estrecha y fructífera colaboración durante años).

Durante la década de 1920 colabora en diversas revistas y hace portadas para libros, llamando la atención de Ortega y Gasset que, en 1928, le organiza su primera exposición en los salones de la Revista Occidente. En la década de 1930 obtiene una beca para ampliar sus estudios en París donde conoce a Magritte, Max Ernst, Miró y Giorgio Chirico.

Maruja Mallo

Maruja Mallo, fuente:www.elpais.com

Comprometida con la causa republicana se exilia a Buenos Aires, donde pasará más de veinte años y seguirá pintando y cultivando importantes amistades, como la que le une al poeta Pablo Neruda.

A su regreso a España en 1965 es prácticamente una desconocida, y no vuelve a ocupar los focos de la popularidad hasta empezada la transición.

Incansable y vitalista, comienza su última etapa pictórica (Los moradores del vacío) con 77 años, haciendo gala de la creatividad y vitalidad que le acompañó a lo largo de toda su vida.

Era una mujer inquieta y activa. Según Lorca “Maruja Mallo, entre Verbena y Espantajo toda la belleza del mundo cabe dentro del ojo, sus cuadros son los que he visto pintados con más imaginación, emoción y sensualidad”. Pero en el interior de la Maruja alegre, tendente al histrionismo, maquillada y caracterizada hasta la caricatura (convirtiéndose a sí misma en un cuadro más) vivía Ana María, un ser vulnerable que guardaba en su interior tremendas dosis de soledad. Solía decir que la soledad era su mayor tesoro y su punto de partida para crear, y que un hombre se mide por la soledad que aguanta.

Ni sé ni quiero valorar aquí su obra (la pintura me queda demasiado grande), pero os dejo el enlace a un magnífico documental para que vosotros mismos valoréis a esta gran mujer, gran artista y gran desconocida por el gran público.

Archivado en Documental, Pintura, Surrealismo
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