La semana pasada conocíamos a través de la cuenta de Twitter de Martin Varsavsky que Twitxr (para aquellos que no lo conozcan es un sistema de microbloging que permite compartir fotos y geolocalizarlas) echará el cierre próximamente si nadie decide hacerse cargo de ella. De hecho Varsavsky decía que regalaba Twitxr a quien lo quisiera.
Varsavsky es un empresario argentino nacionalizado español que ha centrado su actividad fundamentalmente en empresas de telecomunicaciones e internet. Cabe destacar que es fundador de Jazztel, Ya.com y FON (entre otras) así como socio inversor de iniciativas como Menéame o Xing.
Desde su blog personal Varsavsky siempre ha defendido la inversión en innovación y la necesidad de apoyar a los nuevos talentos (cosa que él mismo ha hecho apadrinando, promocionando e invirtiendo en start-ups), pero todo tiene un límite y, tras varios años de pérdidas, Varvasky no piensa dejarse ni un céntimo más en Twitxr.
¿Y por qué no ha triunfado Twitxt? Llegados a este punto las opiniones son dispares: muchos achacan el fracaso a una interfaz poco amigable, otros a que la promoción de la red no fue la adecuada y, la mayoría, a que no la entiende o no le aporta nada que no pueda hacer combinando Twitter, Twitpic y Foursquare (por ejemplo).
La selección natural también funciona en internet y Twitxr es un ejemplo de ello: hace cosas que otras redes sociales no hacen, pero ¿cuánta gente utiliza esas tres funcionalidades conjuntamente? Y, lo que es más importante: ¿cuántos de sus contactos crearían una cuenta en esta red para seguirlos? En este caso Twitxt sería un animal más evolucionado que Twitter, con más potencial para realizar tareas pero con una tremenda dificultad para reproducirse y, por selección natural, abocado a desaparecer.
Desde la popularización de Facebook parece que todo lo que lleve asociada la denominación “red social” tiene que triunfar e internet se está llenando de todo tipo de redes sociales: de literatura, de cine, de coches, de deportes y hasta de recetas de cocina. Vivimos la época dorada de las redes sociales y cientos de desarrolladores, empresarios e inversores apuestan buena parte de su tiempo y su dinero en iniciativas cada vez más esotéricas y extravagantes pero, de los cientos de especímenes que pueblan la red sólo unos pocos seguirán existiendo dentro de una década. El resto están abocados a la extinción: como Twitxr, como los dinosaurios.