El Teatro Campoamor de Oviedo ha sido testigo un año más de la entrega de los premios Príncipe de Asturias, los “Nobel españoles”.
Estos premios fueron creados en 1981 y están dirigidos a resaltar la labor cultural, científica, técnica, social y humana realizada por personas, instituciones, grupos de personas o de instituciones en el ámbito internacional.
Presidida por los Príncipes de Asturias y la Reina Sofía, el galardón cultural de esta edición correspondió a Leonard Cohen, un poeta, novelista y cantante con un mundo interior sorprendente y una tremenda facilidad para transmitir sentimientos y emotividad.
Este canadiense nacido en Montreal en 1934 es autor de una extensa obra compuesta por canciones, libros de poesía y novelas cuya temática gira entorno a tres grandes pilares: el amor, la religión y las relaciones de pareja. Su éxito está basado en una tremenda facilidad para los juegos de palabras y la metáfora poética, así como su capacidad para transmitir la verdad de esas letras a través de su voz grave y su estilo pausado.
Como suele ocurrir en artistas de este calado, en su obra se entrelazan ficción y realidad, anhelos y desilusiones, fantasía e historia hasta el punto de que llega a ser difícil, por no decir imposible, definir dónde acaba Leonard y dónde empieza Cohen.
En un discurso sumamente emotivo (e improvisado según algunos), el autor de temas como Famous blue raincoat, Suzanne, Hallelujah o Take this waltz explicó como recibió sus primeras lecciones de guitarra de parte de un joven español prácticamente desconocido que se suicidó inesperadamente antes de impartirle la cuarta lección y señaló “Esos seis acordes han sido la base de toda mi música”. Añadió “Por eso pueden entender el agradecimiento que siento por este país. Si encuentran algo favorable en mi obra, todo está inspirado en esta tierra”.
Sin lugar a dudas, el viejo Cohen fue capaz una vez más de construir una historia alrededor de su origen, de su música y de él mismo que nunca sabremos que parte de verdad y que parte de ficción encierra.