Muchos de nosotros admiramos a Nadal. De hecho, yo sólo conozco a una persona que deteste a Rafa. Mi hermana. Y no es algo personal. Probablemente, se caerían bien si tuvieran la ocasión de charlar un rato, encajarían. Pero son dos piezas de puzles distintos. Si Rafa juega una final de Grand Slam, no hay planes alternativos: el novio de mi hermana no apartará sus ojos de la televisión. Aunque sea plana… Se pasará las horas que haga falta, animando a ese chico de Manacor. Eso sólo te deja dos opciones. O protestas, y te enfadas con tu novio, o te dominas, y odias a Rafa en silencio…
A pesar de esta inmerecida derrota, si hablamos de Nadal, hablamos de un triunfador, el jugador más joven en unirse al Club del Grand Slam. Traduzco. Ganar los cuatro principales torneos de tenis. ¡A los 24 años! No cabe duda, es una leyenda, un fenómeno mediático. Las marcas publicitarias se pelean por contar con él. ¡Kia! Pero el mundo del deporte está repleto de números uno. ¿Qué le hace especial?
No son sólo sus victorias. Es domingo, te desplomas en el sofá dispuesto a pasar un buen rato después de comer. Otra final. Deseas ver cómo muerde la copa al finalizar el partido. Pero también disfrutas de su bravura en cada punto. Da miedo. La energía que derrocha dentro de la pista salpica de sudor tu propia camiseta. Parpadeas cien veces, incrédulo, asombrado, al comprobar una vez más, que su mentalidad es de granito y no tiene fisuras. Sus celebrados “banana shot”, te levantan del sofá como un resorte, con una sonrisa infantil. Y aprietas el puño, satisfecho, eufórico. ¡Qué talento! Pero no es sólo eso…
Es un deportista. Un tipo corriente, educado y amable, que no va presumiendo, huye de los escándalos y respeta a todos los rivales. Un caballero. El mejor embajador que podríamos imaginar. Clark Kent fuera de la pista y Superman cuando empuña la raqueta. ¿Cómo puede ser? ¿Por qué no se le sube la fama a la cabeza? ¿Por qué es tan “normal”?
Un jugador así, una persona así, no nace por generación espontánea, un campeón se forja en el horno de la paciencia, moldeando su carácter y su técnica, con maestría y disciplina, desde los 4 años. ¿Cómo?
Eso es lo que nos cuenta este libro. Su infancia feliz, sus entrenamientos personalizados, anécdotas originales que muestran la obsesión de Toni, su tío, por buscar la perfección. Y por supuesto, las decisiones que transformaron su vida. Tuvo que elegir entre el fútbol y el tenis, por ejemplo. Sorprende el amor desmesurado que siente por su familia y por una isla, Mallorca, a la que nunca podría renunciar. Una biografía que esconde sacrificios, lesiones y un afán de superación, que le han empujado a ser quien es. Y como hilo conductor, dos finales clave en su carrera deportiva. La final de Wimbledon 2008, calificada por McEnroe, como el mejor partido de la historia, y la final del US Open del 2010. El día que consiguió el Grand Slam contra el temible Novak Djokovic.
¿Qué pensaba mientras voleaba en la Centre Court de Wimbledon? ¿Qué emociones recorren el cuerpo de un atleta que se encuentra ante el reto de su vida?
Ahora entiendo mejor a Rafa. Ahora no me reiré cuando vea a Nadal beber dos traguitos de agua, de dos botellas diferentes, entre punto y punto. Porque sé el motivo.
John Carlin ya me sacudió un buen derechazo en la mandíbula con su anterior libro, “El Factor humano”. Tras salir de la cárcel y ganar las elecciones presidenciales, Nelson Mandela se aprovechó del equipo de rugby sudafricano, los Springbooks, para unir a un país resquebrajado por el racismo. Un anzuelo muy peligroso, que pudo engancharse en su propio paladar. Clint Eastwood se enamoró de la novela y filmó “Invictus”. Pero no logró captar la magia, ni la crudeza de la historia. Una pena, porque el viejo Clint parecía el director indicado. Tiene sensibilidad y conoce perfectamente el oficio…
Si tienes que hacer un regalo en los próximos días, piensa en este libro. Es entretenido, ameno, muy fácil de leer. Perfecto, para una tarde de playa en Semana Santa. Yo creo que se lo regalaré a mi hermana…
Pero por si las moscas, se lo enviaré por correo.