Black Mirror se compone de tres episodios independientes formalmente muy diferentes pero que, en el fondo, nos hablan de lo mismo: cómo el uso indiscriminado de la tecnología puede desembocar en la alienación absoluta del individuo. Porque la tecnología en sí no es ni buena ni mala, todo depende del uso que hagamos de ella.
Como dicen por aquí, la historia que narra The National Antheim, el primero de los episodios, podría suceder mañana mismo. Tan sólo hay que echar un vistazo a los telediarios para darse cuenta de que la sociedad actual está obsesionada con los TT de Twitter, los millares de amigos en Facebook y las millones de visitas en YouTube. Cada vez es más difícil destacar pero algunos están dispuestos a hacer lo que sea para llamar la atención. ¿Pero hasta qué punto la audiencia es co-responsable?
Y si la historia del primer episodio podía suceder perfectamente mañana, las otras dos podrían pasar pasado o el siguiente (incluso paralelamente). En Fifteen Million Merits, los personajes viven en una especie de videojuego y están obligados a ver un talent show, que además de entretenimiento, es como la zanahoria que se muestra al burro para que siga avanzando. Les mantiene con la esperanza de que, con esfuerzo y talento, pueden conseguir un billete dorado que les abra las puertas a una vida mejor. Y da igual si alguien se da cuenta de que todo es mentira porque, en el fondo, la rebeldía forma parte del propio sistema.
Por último está The Entire History of You, para mí el más terrorífico (así, tal cual) de los tres episodios al basarse en un problema tan familiar y cercano como los celos en la pareja. En él se nos muestra una sociedad en la que todos están más preocupados por rememorar y revisionar que por vivir, sobreanalizando todos y cada uno de los detalles vividos/grabados. ¿Y qué pareja puede sobrevivir a eso? Ninguna, claro.
El título de Black Mirror hace referencia al reflejo que nos devuelve el televisor cuando lo apagamos y que lo convierte en una especie de espejo negro, algo deformado, pero que muestra más verdad que cuando está encendido. Charlie Brooker, que ya sorprendió con la sátira de Gran Hermano Dead Set, nos pone ese espejo en la cara y nos obliga a observar nuestro escalofriante futuro, o mejor dicho, uno de nuestro posibles futuros. Todo depende de nosotros.