Después de haber debutado en la bolsa el pasado 18 de mayo, y que sus acciones perdieran el 24% de su valor, la empresa de Mark Zuckerberg se lanza por un nuevo mercado. Se anuncia la apertura de una pequeña oficina en Dubai, con lo que esperan ganar presencia comercial en la zona. No hay que olvidar el papel que jugaron las redes sociales en la denominada “primavera árabe” –particularmente en Egipto–, lo cual seguramente atrajo la atención de la empresa nacida en Harvard.
De acuerdo a sus propias cifras, Facebook cuenta con 45 millones de usuarios en Medio Oriente y el Norte de África. De aquí que busquen capitalizar comercialmente su penetración en esta compleja zona a través de la presencia física. No obstante, parece tratarse de un riesgo calculado, pues serán sólo tres personas las que trabajen en la primera oficina de Facebook en la región. Y es que aunque resultó muy útil en el terreno político, estamos hablando de una zona impredecible y que, de hecho, ha llegado a bloquear ya el uso de Twitter y YouTube.
China, como sabemos, ha cerrado las puertas a Facebook, junto con países como Malasia, Pakistán, Siria, Irán, Uzbekistan y Vietnam. De aquí que la presencia de la empresa en la zona del Medio Oriente pueda resultar estratégica para destrabar la relación y convencer de las bondades que pueden ofrecer. Aunque no resulta una tarea sencilla en un contexto como el de China con su régimen político y su arraigado localismo que tiende a favorecer las no pocas opciones a las que Zuckerberg y compañía tendrían que enfrentarse.
Es por ello que el riesgo se corre a medias, y se comienza con un mesurado sondeo de un territorio que ya mostró que puede encontrar en esta red social una herramienta útil. El truco, sin duda, está en conocer mejor el mercado en un contexto cultural complejo y apostar por una estrategia de largo plazo para lograr el arraigo indispensable en regiones en las que la tradición tiene tanto peso. En este sentido, no obstante, siempre se tendrá una importante tensión entre posiciones conservadoras cercanas al fundamentalismo y la necesidad de las nuevas generaciones de abrirse al mundo.
Mientras tanto, el poco alentador comportamiento de sus acciones en la bolsa de valores no desanima a la compañía que sigue apostando por el crecimiento. Sólo el tiempo dirá si la estrategia de mercado puede más que creencias y costumbres. Insisto en que no vendría mal un cambio de perspectiva en el que las redes sociales no solamente se piensen como una forma de abrirse al mundo, sino que bien valdría la pena pensarlas como una herramienta para abrir al mundo a las particularidades que en él conviven. ¿Podría Facebook ayudar a comprender mejor el mundo árabe sin que éste traicione sus principios? El debate está abierto y por lo pronto tiene ya sede en Dubai.