Al doctor Gregory House le encantan los enigmas tanto como desprecia a sus pacientes. La medicina para él, más que una vocación, es la manera que ha encontrado de que le paguen por resolver puzzles de los que se cree poseedor de la última pieza. Nada más. El problema surge cuando no es capaz de resolver el último reto, el cáncer que pretende quitarle a su Wilson, su amigo, su bastón. ¿Vale la pena seguir adelante?
Como si del huraño señor Scrooge se tratase, sus fantasmas (algunos de ellos literales) le ayudan a encontrar la respuesta a esa pregunta. Kutner, Amber, Stacy, Masters y Cameron (por desgracia lo de Cuddy no pudo ser) le guían en su viaje a través de su propia consciencia y le muestran los pros y contras, pero la decisión final es suya. Aprender, de una vez por todas, a vivir con el dolor o abandonar y abandonarse. Renovarse o morir.
Finalmente apostó por las dos opciones, al menos en primera instancia. En un homenaje a Sherlock Holmes, principal inspiración para la creación del personaje, decidió matar literalmente al House que nosotros conocemos (y queremos), al sarcástico, misántropo y hedonista autodestructivo, para dar paso a un nuevo House supuestamente altruista que es capaz de sacrificarse para disfrutar de los últimos cinco meses de vida de su amigo.
Ese último giro de guión no ha gustado a todo el mundo básicamente porque la mayoría esperaba un final mucho más dramático, yo, por contra, soy bastante más crítica con la parte inicial del episodio. Y si bien es verdad que se trata de un final bastante anticlimático (a los que quieran emocionarse les recomiendo el excelente episodio especial Swan Song), entiendo y comparto la elección de David Shore y compañía al optar por mostrar el enésimo intento de House por cambiar sin que esto signifique finalizar con un happy ending al uso.
Es más, es más que probable que después de esos cinco meses el antiguo House resurja mucho más oscuro e incluso cabe la posibilidad de que acabe suicidándose pero, como bien dice él mismo, cancer is boring, que es otra manera de decir que esto ahora no toca. Ahora hay que disfrutar de lo poco que nos queda, y la canción que el propio Hugh Laurie eligió para poner fin a la serie no lo podría expresar mejor. Disfruta, es más tarde de lo que piensas. Fue bonito mientras duró. Carpe Diem.
No puedo mas que decir “Gracias”… 8 años de mi vida creciendo, y hasta aprendiendo, con esta excelente serie. Volveré a verla desde el primer capitulo, en serio que vale la pena.