Fraude, Richard Gere y Susan Sarandon no defraudan

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El Festival de San Sebastián ha concluido su primer fin de semana y hoy vamos a dejar en Xombit la crítica de una de las películas que más ha dado que hablar. Arbitrage, la película de Richard Gere y Susan Sarandon. Las dos estrellas de Hollywood desfilaron por la alfombra roja y derrocharon simpatía en su visita a la bella Easo. Saben vender y tienen química. Un detalle a tener en cuenta es que durante el Zinemaldi las cintas se proyectan en versión original. Fraude se zambulle en el tema que más olas provoca actualmente: la crisis financiera. ¿Crees que nos dará soluciones? ¿Será valiente? ¿Te gustaría que se exhibieran más películas en versión original?

Fraude Zinemaldia

Hubo aplausos al finalizar la proyección, el Kursaal dictó sentencia. Los comentarios que se escuchaban entre la multitud eran positivos, así que yo no seré un agorero. Es una buena película, sin duda, realizada con oficio e inteligencia por un director novel. Nicholas Jarecki. Un escritor. Su trama te mantiene en vilo, que no es poco, y es muy “actual”, como verás en breve. ¿Ser actual es un valor? Eso parece si lees las entrevistas…

El sueño americano desfila entre baberos el 4 de julio. El neoyorquino Robert Miller es un magnate de éxito y tiene la cara de Richard Gere. Dos fantásticos motivos para lamerse los colmillos e hinchar el pecho, para sentirse como Mohamed Alí después de Kinshasa o Vicente Fernández cantando el Rey. Y eso hace. Sonríe orgulloso cuando cierra por dentro la puerta de su mansión. Su familia es de postal, la envidia de sus vecinos y de Isabel Preysler. El discurso de su fiesta de cumpleaños, 60, como el Zinemaldia, podría haberlo escrito James Stewart al final de Qué bello es vivir. Está en la cumbre y es encantador.

Pero el refranero español es sabio, no es oro todo lo que reluce, ni agua, ese líquido transparente que bebe Charlie Sheen antes de salir de casa. Miller ha tenido un desliz que le puede costar caro, siente cómo se aprieta la soga que rodea su cuello, y es consciente de que la trampilla podría abrirse en cualquier momento. Son horas cruciales, está desesperado por completar la venta de su imperio a un gran banco, se tiene que cerrar antes de que se descubra un fraude que él mismo ha cometido. Fue un error de cálculo, un riesgo pilotando el jet privado de la ambición. O de la avaricia.

Fraude

Puede perder todo por lo que ha trabajado y no está dispuesto a morir sin revolverse como un pitbull. Es un ganador. Henry James daría otra vuelta de tuerca, y parece que Jarecki aprendió en la misma escuela de gastronomía, más complicaciones al cocido. Y las complicaciones siempre llevan falda. ¡No me lleves la contraria!

Este párrafo no lo leas en alto, si acaso susurrando. Miller mantiene un romance con una marchante de arte francesa, Julie Côte. La exuberante Laetitia Casta. Pobre Richard, es comprensible caer en sus redes. Hablamos de un secreto que nunca debe llegar a oídos de su fiel mujer, Ellen, la espléndida Susan Sarandon, y evidentemente, tampoco debe enterarse la niña de sus ojos, su heredera, Brooke.

Robert Miller bebe de la misma fuente que Don Draper o algún Kennedy cuyo nombre no tecleo para que no me investigue la CIA. Tipos duros en los negocios, implacables, a los que sus esposas perdonan su doble vida sin que ellos lo noten, capaces de amar a dos mujeres y no estar locos. La ley de Murphy rompe el cascarón de la suerte la noche menos apropiada. La sangre no siempre viaja de la mano del sudor y de las lágrimas.

El mundo de las finanzas raramente castiga con cárcel, barniza sus escándalos y los vende. Hoy por ti y mañana por mí. ¿Cuántos financieros están entre rejas? ¿Dónde han terminado los directivos y altos ejecutivos de Goldman Sachs o Lehman Brothers?

El público se siente identificado con Richard Gere, es el “bueno”, las estrellas producen ese efecto. Pero aquí es el delincuente, y experimentas una extraña sensación. Tu mente irracional quiere que se salve, que se salga con la suya, mientras tu raciocinio te para en seco: ¡dónde vas! Es un tiburón, que se lo coman los pececitos por una vez.

Conclusión, ¿merece la pena rascarse el bolsillo para verla?

Lee esto: no creo que te sorprenda ni que te defraude. Nadie la citará entre las 200 más grandes de la historia del cine, pero tampoco pisarán el escenario de los Razzies este año. Los admiradores de Richard Gere deberían sacar una entrada, los que se derriten cuando Susan Sarandon mira sin ser vista, que apoquinen, y los que necesitan entretenimiento un domingo por la tarde, que abran la cartera. Eso sí, no esperes recordarla dentro de tres años, es una película con pases límitados y una cuenta atrás para que se autodestruya en tu memoria.

Archivado en Donostia Zinemaldia, Festival de San Sebastián, Fraude, Richard Gere
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