Los efectos y sensaciones que nos evocan los colores no son algo innato. Al igual que con el lenguaje es necesario de un aprendizaje. Tras el paso de los años estos conocimientos se asumen como propios. Por ello nos encontramos con conceptos, que si los analizamos en profundidad, veremos que no han surgido por sí solos. La historia ha influido en el lenguaje del color y por ello nos encontramos que los simbolismos que se esconden tras él tienen un origen muy antiguo.
El primer color al que el hombre le puso nombre fue el rojo. En todas las lenguas existe una palabra para denominarlo. Sin embargo, nos podemos encontrar que otros no tienen ese privilegio y han adquirido el nombre de algún elemento en la naturaleza con dicho color.
La vida y el sacrificio se visten de rojo
La sangre es roja y esta es sinónimo de vida en muchas culturas. En muchas de ellas se realizan ritos en los que se bebe sangre, o se sacrifica un animal derramando su sangre. Todo esto con un mismo fin, obtener más fuerza, más vida.
Además, la creación de vida siempre ha estado ligada a este color. Ya fuera por la menstruación de la mujer, muestra de que está preparada para engendrar un hijo, o por el momento del alumbramiento. Durante la Edad Media, era común que el lecho donde se daba a luz se cubriera con sábanas rojas, entre otras razones para auyentar los malos augurios y proteger la vida del bebé. Todos estos intentos mágicos de protección se debían al alto número de fallecimientos durante el parto, ya fuera de los recién nacidos o de sus madres.
Pero no solo en exóticas culturas encontramos el vivo tono de la sangre representando la vida. Cabe destacar que los sacrificios también eran un rito común para los católicos, durante la época en que esta religión se encontraba prohibida. Hoy por hoy, el sacrificio ha quedado olvidado pero no así su color. Pues podemos encontrarnos el mantel del altar así como el que cubre el púlpito teñidos de rojo durante el Domingo de Ramos y el Viernes Santo, representando de este modo el sacrificio de Cristo y por consiguiente el derramamiento de su sangre.
El alegre, apasionado y atractivo rojo
Pero no solo el sacrificio se tiñe de este color. Todo lo que pedimos para ser felices es salud, dinero y amor, todos tienen su tono. Verde para la salud, oro para el dinero y por supuesto el rojo para el amor. Es el color de las pasiones, tanto el amor como el odio adquieren esta tonalidad. Si sentimos vergüenza o rabia nos sonrojamos. Evoca nuestros sentimientos más incontrolables.
El atractivo sexual tambien está bañado de rojo. Este concepto lo vemos muy claro en los cosméticos o ropa que sirven para mejorar el aspecto de las mujeres. El carmín es el mejor ejemplo, no solo se trata de un cosmético, también es una tonalidad, quizás la más seductora.
La vitalidad y la alegría que encierra este color no pasa inadvertida. Es un fiel representante de la alegría y para ello tenemos un personaje que es símbolo de felicidad. Santa Claus, Papá Noel o San Nicolás, no importa el nombre que usemos pues, si nos preguntan ¿de qué color visten? Sin duda diremos, rojo. Trae la alegría a los niños con sus regalos y no hay mayor alegría que la de un niño.
Vestidos de rojo: ¿inmoral o noble?
La valoración de un color en la vestimenta como correcto o inmoral es relativamente reciente. Pues hasta llegado el siglo XX la elección del color de la vestimenta no la tenía el individuo. Es cuando la clase media adquiere importancia, cuando surge la moralidad en relación a la ropa. Fue entonces cuando los colores más llamativos pasaron a ser inmorales, dejando los tonos más sobrios para representar la rectitud y la seriedad.
Anteriormente el rojo o el púrpura eran vestidos por la nobleza y altos cargos del clérigo. Obtener este color era muy caro, se extraía de la cochinilla. Por lo tanto, teñir las ropas de rojo era muy costoso, y solo las clases sociales más altas podían permitírselo. Era un símbolo de estatus, una forma de marcar la clase por medio de la vestimenta.
Llamativos anuncios = rojo
Si existe un color que la publicidad ha explotado hasta la saciedad, es el rojo. Lo encontramos tanto en los productos de oferta como en los artículos de lujo. ¿Cómo es posible? La respuesta es simple, su valor lo determina el matiz del tono. Es decir, todos los colores tienen diversos matices, ya sea porque le añadamos blanco (para aclararlos) o negro (para oscurecerlos).
En el caso del rojo, adjuntando algo de negro damos una pizca de formalidad al color. Esto se interpreta como un producto de mayor calidad. Sin embargo, cuanto más puro sea el rojo en cuestión más cerca estará de los artículos de oferta, debido a la invasión de carteles de “rebajas”, “oferta”, “el precio más bajo”, “oportunidad”… Se trata de uno de los colores más llamativos visualmente y por ello, se lleva años utilizando indiscriminadamente. Curiosamente, hoy en día se está reduciendo su uso, entre otras razones porque ya no destaca como antes. Al saturarnos con tanto rojo, ya tendemos a descartarlo con mayor facilidad.