“El Capital” y la gran depresión

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El Capital es un tímido intento de levantar las alfombras. Una película correcta, que subrayará tus ideas y opiniones de la crisis financiera, pero no esperes nada sorprendente, no encontrarás un retrato genial. El capitalismo está pisando el cuello al humanismo y Costa -Gavras quiere fotografiar esa imagen. En mi opinión, su mirada no es demasiado original. Una thriller que quiere oler a sofisticación y apesta a la ley del más fuerte. Asómate a esta ventana y verás los excesos del poder, la avaricia, deseos caros, tiburones financieros sin escrúpulos, desgraciados.

Costa-Gavras

Los perdedores cada día pierden más y los ganadores cada día ganan más. Esto es esencialmente lo que está ocurriendo en nuestra sociedad.

Hoy se estrena El Capital, la nueva película del prestigioso director francés de origen griego Costa-Gavras, una película en la que deja constancia de su compromiso político y social una vez más. Xombit tuvo la gran oportunidad de asistir a su estreno en el Festival de San Sebastián, nos sentamos a escasos metros de Konstantinos, en las filas altas del Kursaal, uno de los Cubos de Moneo. Podría decirse que somos íntimos y que nos movemos en los mismos círculos. Bueno, no tanto, pero sí fue un honor.

Festival de San Sebastián El Capital

Lo primero que debería decir es que está basada en la novela, Le Capital, de Stéphane Osmont. Y esa cuna literaria deja huella para bien y para mal. Para bien, porque es una historia con una estructurada sólida, que trata un tema interesante, que mete el dedo en la llaga. Seguramente, dentro de cincuenta años esta película será una de las que estudiarán para entender cómo éramos, para saber quiénes causaron esta crisis y por qué. En los cine-clubs proyectarán Le Capital y después, Las uvas de la ira, podrían ser causa y efecto perfectamente. Un bonito juego, un sugestivo coloquio.

Y para mal, porque aterriza con retraso, la novela se publicó en el año 2004, y en aquel entonces, pudo haber sorprendido a los más despistados, pero a estas alturas de la crisis financiera, no aprenderás nada que no esté en boca de todos. La calle está en rojo, y el semáforo pronto cambiará a verde.

Los aplausos eufóricos que recibió el señor Costa-Gavras al terminar la proyección me parecieron tan excesivos que me dieron ganas de pitar un poco para compensar. ¡Tú no sabes silbar bien! ¡Harás el ridículo! ¡Y esto no es fútbol! El diablillo confundido de mi hombro izquierdo no calla, así que me contuve, y me recoloqué los ojos en sus órbitas. Antes la educación que la justicia. En serio, no es para tanto, es una película presentable sin más. ¡Exageraos! ¡Zalameros!

Costa Gavras Donostia Zinemaldia

De todas formas, es lo que hacemos en la “vida real”, ¿no? Regañamos con la mano trémula como tiernas abuelitas, al carterista con cara de niño que nos mete mano en el bolsillo, y seguimos caminando como si nada. Más pobres, sí, violados, también, pero nada de denuncias, por dios. ¡Qué lío! Buscamos una mercería para comprar hilo y coser el agujero que nos han abierto en el pantalón.

Soy una feliz perdiz perdida entre las ramas, pero ya es hora de bajar. El Capital es una descorazonadora y cruda historia, su director ajusta su lupa sobre las deficiencias del sistema financiero capitalista que han desembocado en la actual crisis económica, quiere enseñarnos los detalles. Aunque salen ligeramente distorsionados. El ambicioso Marc Tourneuil (Gad Elmaleh) es un prescindible lacayo de la banca, un don nadie. Hasta que las circunstancias le apoltronan en un sillón que parece un trono. Es vivo, es listo. Se ha transformado en un pez gordo. Y se vuelve cada vez más materialista, un tipo sin escrúpulos. Un tiburón de las finanzas, un Robin Hodd que roba a los pobres para dárselo a los ricos.

La quiebra es inminente y tendrá que servir a algunos magnates y accionistas para que salven sus “ahorros”. Es el Presidente de un gran banco y la tentación lleva el símbolo del euro, ¿tan grave es despedir a 20.000 trabajadores?

Dos lacras más. Unos diálogos infantiles, impostados, un cinismo barato. No ha habido talento para enmascarar el mensaje con naturalidad. Y por último, el actor protagonista. No trago a Gad Elmaleh. Simplemente, no me gusta. Puedes acribillarme en el paredón. Es algo personal. Reconozco que es un buen actor, pero no me entra por los ojos. No quiero verlo en pantalla.

Costa-Gavras ( Amén, Z, o Desaparecido) es un ciudadano inteligente y sus palabras son sabias, atiende:

Somos esclavos del capital. Nos tambaleamos cuando se tambalea. Nos regocijamos cuando crece y triunfa. ¿Quién nos liberará? ¿Deberíamos liberarnos nosotros? Deberíamos conocer al menos a los que lo sirven y cómo lo hacen.

Archivado en Donostia Zinemaldia, Festival de San Sebastián
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