¿Imagino que os acordáis de aquella película de Steven Spielberg llamada A.I. Artificial Intelligence, verdad? El protagonista era un niño-droid llamado David, y tenía una Inteligencia Artificial tan desarrollada que era capaz de dar amor a los seres humanos que lo adquirían. ¿Os imagináis que esto pudiera ser ya una realidad? Pues bien, en eso es en lo que están trabajando Martin Reddy, anteriormente encargado del desarrollo de la inteligencia artificial de Siri (el asistente de voz de Apple) y Oren Jacob, ex-empleado de Pixar.
Juntos pretenden crear un impresionante juguete capaz de hacer las delicias de los niños y porqué no decirlo, enamorar también a los que somos un poco más grandes. Del proyecto no se sabe casi nada aún, tan sólo han hecho público un misterioso vídeo donde muestran muy poco, pero lo suficiente para dejarnos con ganas de saber más.
Al parecer, se trataría de un juguete físico (osito de peluche) que colocaríamos junto a la pantalla de un tablet o smartphone y que a través de una aplicación para estos dispositivos cobraría vida permitiendo al niño interactuar con un “amigo imaginario” o virtual dotado de la suficiente Inteligencia Artificial como para poder mantener una conversación fluida y llena de contenido de forma autónoma.
Según se cree, el juguete lo pondremos nosotros, la aplicación lo detectará y desde ese momento, el programa se encargará, con la ayuda del reconocimiento de voz, la cámara del dispositivo y la Inteligencia Artificial que incorpora, que el juguete obtenga un rol y cobre vida frente al niño o la persona que quiera interactuar con él.
Se espera que esta idea vea la luz a lo largo de 2013, así que de momento sólo nos queda esperar el día que se haga realidad y comprobar si pronto podremos tener un David en nuestras vidas.
Enlace | ToyTalk
¡Cómo mola! ¡Yo quiero uno! Y no tengo hijos…
Yo también! Yo también! Y tampoco tengo hijos jajaja Veo a muchos niños apartados en una esquina y los padres hablando de sus cosas con en el ToyTalk jajaja
Miedo me da
Tampoco así hombre. Yo es que me imagino en una discusión trascendental con el peluche de mis primos hablando sobre el final de Inception.