Lo hemos venido diciendo ya en este espacio: Apple no puede pasar tanto tiempo luchando por ganar en los tribunales lo que no gana en el mercado. La innovación, la originalidad, la presentación de productos de alta calidad donde cada detalle cuenta, estos son los elementos que han puesto a la compañía en lo más alto. No así la obsesiva atención a lo que el competidor –y a veces también socio para la fabricación de dispositivos– hace parecido o “copia” de mi trabajo. Estos elementos no han pasado desapercibidos para la juez Lucy Koh quien ha frenado las intenciones de los de Cupertino de seguir obteniendo dinero a través de compensaciones por sus patentes.
El mensaje ha sido muy claro y contundente: “Cuando Apple se refiere a la pérdida de ventas, trata sólo de lo que gana Samsung y no hace el intento de identificar las pérdidas específicas que ha podido sufrir Apple”. Fantástico criterio de la juez Koh en su sentencia. Dicho en otras palabras: Apple llora porque ha descubierto una mina de oro, la del mercado de los teléfonos inteligentes y las tabletas, pero no quiere que nadie esté por encima de ellos cuando se trata de sacar ganancias. La juez ha optado por remarcar que la compensación por “imitar” los productos de Apple se dio ya, y no en una cifra menor (más de mil millones de dólares). Por lo que no basta con señalar que la empresa surcoreana sigue ganando miles de millones de dólares, sino que se debe constatar, es decir, probar, cómo y dónde está afectando esto a los de California.
Además, la juez ha denegado la posibilidad de otros juicios relacionados con esta absurda guerra de patentes. Su visión parece ser la de una madre que manda un ultimátum a sus dos pequeños críos: ¡Aprended a convivir juntos y dejad de molestarme con sus quejas de lo que el otro está haciendo! Al menos para Apple la tarea está clara, pues si quiere continuar por esta vía deberá primero probar que sus propias pérdidas tienen una conexión directa con las ganancias de Samsung y, además, que éstas se deben a la copia que hace la surcoreana de las patentes de los de Cupertino. Esto, evidentemente, implica un análisis interno profundo donde la conclusión más inteligente seguirá siendo: a trabajar que lo que hacemos bien ya no es suficiente, tenemos que hacerlo mejor.