Waterloo puede traer a la memoria varias cosas: desde una canción de ABBA hasta la famosa batalla del 18 de junio de 1815. Pero desde hoy recordaréis este nombre por el ingenio y la diversión que el laboratorio que le toma por nombre nos propone. Y es que estos chicos han decidido llevar la diversión de Mario Kart a la vida real a un nivel nunca antes visto. Más allá del colorido y los disfraces, se han esmerado en generar vehículos capaces de emular la dinámica del juego de Nintendo. ¿Cómo? Bueno, vayamos poco a poco.
Lo primero es equipar los karts con controles neumáticos capaces de alterar las condiciones de conducción (lindas travesuras con los frenos, por ejemplo). Acto seguido, se agrega el mando a distancia que hace las veces de cerebro y que nos dará la sensación de estar realmente en el juego. Se trata de un sistema que gobierna velocidad y manejo del kart en función de los ítems que vayan entrando en el juego. Para ello se cuenta con tarjetas RFID que van generando distintos efectos: mayor o menor velocidad, descontrol del volante, frenadas repentinas y todo ese lindo repertorio que vemos en el videojuego. Todo está conectado de manera inalámbrica para asegurar una buena interacción. Estos son, a grandes rasgos, los elementos para un producto sumamente entretenido.
Además, se cuenta con un cañón de aire para lanzar esos molestos (pero divertidos) caparazones que más de una vez nos habrán amargado una carrera. El resto es caracterización. Encontrar los elementos adecuados para incorporarles las tarjetas RFID, los mejores disfraces, las cajas con los ítems y, por supuesto, la pista. ¡Divertíos como enanos! Sin duda que la idea resulta prometedora y, con un poco más de presupuesto, pronto podríamos verle en un parque de atracciones sacando provecho de este ingenioso diseño. ¿Os apuntáis al juego?