Cuatro consejos de la sabiduría tolteca para las redes sociales

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Todo el año 2012 estuvo marcado por el supuesto fin del mundo marcado por los mayas en su calendario. Afortunadamente no es lo único que podemos aprender y rescatar de las desaparecidas civilizaciones de Mesoamérica. Volvamos entonces la mirada para encontrar en el pasado algunas notas de sabiduría que no van nada mal en el presente. Siempre quedará la pregunta por la autenticidad, pero ese es un debate para otra trinchera.

Famosas figuras de la cultura tolteca

La cultura tolteca dominó gran parte del centro de lo que hoy es México durante los siglos X y XII, teniendo en Tollan-Xicocotitlan su ciudad más importante. Este centro ceremonial es mundialmente conocido por sus famosas estatuas que representan a un grupo de guerreros toltecas. La presencia de una especie de pistola en ellas ha desatado la imaginación de más de alguno pensando que se trata de un arma de una raza venida del espacio exterior.

Libro de Miguel Ruiz La cultura tolteca está envuelta de mitos haciendo difícil la tarea del historiador. A ello han contribuido autores como Carlos Castaneda y Miguel Ruiz, quienes han rescatado rituales y otros elementos de esta cultura para armar sus obras a las que nunca les falta la polémica. El segundo de ellos es autor de un exitoso libro entre los lectores de literatura de superación personal: Los Cuatro Acuerdos. En él plantea cuatro elementos fundamentales extraídos, de acuerdo a Ruiz, de la sabiduría tolteca. Más allá de la calidad del texto o de su fidelidad histórica, la propuesta bien puede decirnos algo para quienes habitamos hoy el espacio abierto por las redes sociales. He aquí la propuesta de adaptación que hacemos de estos principios que propone Miguel Ruiz:

Sé impecable con tu palabra

La congruencia es un elemento fundamental en la vida cotidiana, por lo que no podría ser diferente en el caso de las redes sociales. De hecho, este es un espacio en el que nadie puede descuidar ni un segundo lo que dice y lo que deja de decir. Ser conscientes de la fuerza de la palabra es una obligación, pues un descuido, una mala decisión en lo que se dice puede tener efectos muy negativos. Comunicar con honestidad y exponer los puntos de vista con respeto es algo que traerá buenos dividendos. La polémica y el debate no deben estar marcados por la falta de cortesía. El contenido es siempre importante, pero la forma puede terminar arruinando el más brillante de los argumentos. Impecable en la palabra: cuidar forma y contenido de manera constante para ganar respeto y congruencia.

No tomes nada personalmente

Si hablamos de la importancia de las formas en un contexto en el que el diálogo y el intercambio de opiniones es constante, este segundo principio se presenta como una clave que vale oro. Anotad: se debaten ideas, no personas. Podéis hacer pedazos un argumento, encontrar que una idea tiene más fugas que un colador o desacreditar una posición por múltiples razones, pero las personas quedan intactas. ¿Cómo dejar la fragilidad del ego fuera de esto? No hay recetas mágicas, pero sí indicaciones generales para reducir al mínimo el impacto. Centrarse en las palabras (¿por qué este concepto y no otro?, ¿qué se entiende por esta palabra?), escuchar de manera atenta sin anteponer las propias ideas, jugar a defender uno mismo una idea contraria a la que usualmente aceptamos, entre otras técnicas, ayuda a salir de una disputa personal para entrar a un diálogo de ideas. Cada cabeza es un mundo, suele decirse, pero esos mundos se comunican y buscan un horizonte de acuerdo. Nada mejor que hacerlo asumiendo de entrada que el encontrar diferencias enriquece y no destruye a una de las partes. ¿Y el fenómeno del trol? Personas a las que no les interesa el diálogo, dadle su lugar con una respuesta cortés y dejad que el silencio termine haciéndole caer en discusiones al estilos Gollum.

No hagas suposiciones

Gran vicio de la humanidad. Hay que tener una buena formación y una gran experiencia para transmitir emociones a través de las palabras. No es nada sencillo, pero suponerlas es una de nuestras tareas favoritas. Ya sean mensajes de 140 caracteres, breves líneas en los servicios de mensajería instantánea o entradas en el muro del perfil de Facebook, nos encanta poner en las palabras la emoción que se apodera de nosotros en ese momento. Sin duda que esta es la fuente de muchos malos entendidos en las redes sociales: de nuevo el ego hablando al oído, cual pequeño demonio, asegurándonos que el comentario que leemos se refiere a nosotros y con muy mala leche. Detened a ese pequeño diablillo y optad por una estrategia más sensata: la pregunta antes que la suposición. Diálogo constructivo de ideas, antes que sensibilidad –y hasta hipersensibilidad– entre personas. La clave: no suponer nada. Vale esto también para dar un mensaje claro: mejor verificar los hechos antes de escribir. Nadie vive sin cometer errores, por lo que no se trata de lograr la perfección, sino de responderse preguntas antes de aventurarse a la afirmación fácil. Para dialogar y enmendar el tiempo sobra.

Haz siempre lo máximo que puedas

No hay pretexto que valga. El parámetro lo hemos de poner nosotros mismos y no las circunstancias externas. Eso quiere decir que si hoy he tenido un día terriblemente complicado, un resfriado que no me deja tranquilo y sólo he podido escribir 200 palabras, pues ya está, ese es el máximo de este día. Basta de lamentarse y mejor buscar los máximos día a día. De lo que se trata es de no reprocharse uno mismo lo que se deja de hacer para motivarse con lo que sí se logra. ¿Hacerse el tonto? Difícilmente. Cada uno sabe bien sus capacidades, por lo que lo único que queda cuando uno se engaña a uno mismo es tristeza, es decir, un motivo más para dar un poco más de uno mismo.

Figura divina de los toltecas

Como podéis ver, algo más que predicciones del fin del mundo pueden salir de las antiguas culturas americanas. Una breve guía para una estancia feliz durante la experiencia del intercambio en las redes sociales. ¿Tenéis alguna propuesta para enriquecer estos principios?

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