El Premio Pritzker es el reconocimiento de arquitectura más importante del mundo, es el más conocido y el más valorado por todos los sectores de la disciplina arquitectónica. El premio fue creado en 1979 por Jay A. Pritzker, un abogado de Illinois y en la actualidad está esponsorizado por la fundación Hyatt, relacionada directamente con la familia del fundador de los premios.
El premio tiene un carácter anual, y se entrega en una ceremonia sin lugar fijo. A los galardonados se les entrega un premio por valor de 100000 dólares, además de una medalla de la fundación. Los premios son comparados con los Premios Nobel por su parecido, personas que sobresalen en una disciplina a lo largo de una carrera extensa y valorada por todos los públicos, especializado y no especializado.
Los primeros premios marcaron este carácter al que parecía indicado el galardón, arquitectos veteranos y con obra extensa y conocida, excepto al llegar al caso de Richard Meier que no tenía más de 50 años pero que había modificado ideas espaciales con su obra durante más de una década y había creado una escuela propia, algo que se podía entender. En la mayor parte de los casos los arquitectos galardonados han tenido carreras exitosas de varias décadas, desde el jurado siempre se han buscado arquitectos que hayan representado una arquitectura propia y personal, no solo en su país, sino arquitectos que hayan salido de sus fronteras. Para salir de los límites de un país, no es necesario construir obra fuera de él, sino llegar a todas las partes del mundo con un estilo arquitectónico propio, que sea capaz de no dejar indiferente a nadie, la carga teórica también es muy importante.
Los españoles podemos estar orgullosos ya que desde hace muchos años tenemos un español que ha ganado este premio, es el tudelano Rafael Moneo, una imagen de una generación de arquitectos españoles y que aún a día de hoy sigue marcando las carreras de muchos profesionales en nuestro país. Intentaremos hablar de uno de los grandes arquitectos del siglo XX con más detenimiento en un futuro.
En los últimos años los galardonados han experimentado un cambio, arquitectos poco conocidos dentro y fuera del campo arquitectónico, con poca obra construída y en muchos casos sin ser grandes teóricos tampoco, han sido galardonados con un premio que en muchos casos parece que se merece una carrera dilatada a sus espaldas. Parece que la disciplina empieza a estar vacía de héroes, de arquitectos capaces de enamorar al público menos especializado y de ser conocidos por los sectores menos interesados en el arte de proyectar y construir edificios.
En este nuevo siglo los primeros galardonados de los premios Pritzker eran proyectistas quizás menos conocidos a nivel popular pero grandes arquitectos que no siempre necesitaban una obra construida de enormes proporciones. En la última década hay una serie de premiados que llaman la atención dentro del público más crítico de la profesión, que no es otro que los propios arquitectos. Galardonados como Zaha Hadid (edición del 2004) o Wang Shu (edición de 2012) han sido criticados y se ha puesto en duda el merecimiento de este galardón de dos arquitectos que no llegan a los 60 años. Para muchos críticos, el hecho de que Zaha Hadid sea una de las pocas mujeres que han sido capaces de introducirse en la cumbre de un mundo que hasta ahora es de hombres, unido a su origen iraquí, ha sido la principal razón para que la arquitecto angloiraquí haya conseguido la distinción.
Lo cierto es que la diseñadora de origen iraquí es muy conocida dentro de la arquitectura, quizás no muy querida dentro del gremio, por una obra que para muchos es más artificiosa que interesante, donde prima la arquitectura-espectáculo por delante del hecho arquitectónico que debe cumplir unas condiciones de uso, forma, escala, proyecto y ejecución entre otras, pero sí muy conocida a nivel popular.
El otro galardonado más criticado es Wang Shu, de él que casi no se conocían obras por parte de muchos compañeros de profesión. Bueno, sí que se conocía parte de su obra, como podía ser el Museo Histórico de Ningbo con su pared perforada de hormigón, pero no se tenía consciencia como gran arquitecto. Esta crítica se respalda viendo que ninguna de sus obras tenía más de 10/12 años en el momento en el que fue premiado por parte de la organización de los Pritzker, y otros compañeros como Jørn Utzon tuvieron que esperar 40 años después de realizar una obra tan espectacular como la Ópera de Sidney para recibir un galardón más que merecido. Todo esto parece indicar el interés por parte de la organización del Premio Pritzker de dar el galardón a un arquitecto chino, viendo que es una potencia emergente.
Está claro que todos estos arquitectos son grandes especialistas en una profesión muy complicada, la pregunta es, ¿algunos se han visto favorecidos para recibir el reconocimiento más grande por razones externas a la propia disciplina que desempeñan? Yo creo que sí y espero que este 17 de marzo podamos ver un gran arquitecto del que os hablaremos con todo detalle.
Vosotros qué opináis, ¿se irá el jurado a lo popular y fácil o realmente buscará un arquitecto de calidad que haya marcado las diferencias con su arquitectura?