A la hora de comer, cada uno tiene sus gustos: hay quien sólo toma frutas y verduras (incluso crudas), quien se hincha a carne, otros limitan su dieta por cuestiones religiosas… Ya os hemos hablado de los principales estilos de vida gastronómicos, pero siempre queda uno de lado. ¿Por qué nadie se preocupa por la nutrición de los caníbales? ¿El sembrar el terror por donde pasan, arrancando los tiernos niños del pecho de su madre, quiere decir que no les importa su salud? Pues no, ellos también tienen derecho a conocer las calorías de sus alimentos y prepararse para la siempre complicada operación bikini.
Conocemos gracias a Popular Science ciertos detalles calculados por James Cole, de la Universidad de Brighton, basados en datos de la composición de cadáveres de hombres de entre 35 y 65 años. Si nos comemos un ser humano entero, ingeriremos unas 81.500 calorías de media. Si nos contentamos con un brazo, serán unas 1.800, mientras que una pierna se pondría en alrededor de 7.150. El hígado o los pulmones aportarían sobre 1.500 cada uno, y el sistema nervioso unas 2.700 calorías. El corazón se quedaría en 720 calorías, aunque todos estos datos son muy variables, ya que hay personas de tamaños distintos.
Cole no es nutricionista, pero no cree que comerse a una persona entera sea sano, porque tiene mucha grasa. ¿Quizá mejor en filetitos? Ya más en serio, lo cierto es que estos datos resultan interesantes para aclarar si los precursores del hombre practicaban el canibalismo de manera ritual, o realmente se trataba de una forma obtener nutrientes a la que recurrían de forma ocasional. De todas formas, un cadáver humano no es una gran fuente de calorías… ¡un oso puede albergar 600.000 entre sus carnes! La conclusión es obvia: mejor dejar la antropofagia y llevar una dieta con más aceptación social.
¿Qué opinas de esta curiosidad? ¿Te parecen unos datos interesantes, o no crees que nunca te vayan a resultar de utilidad?
Imagen | Evan