Es probable que alguna vez hayas comprado un ordenador y, al encenderlo por primera vez, te encontraras con que trae muchísimos programas. Seguro que la mayoría de ellos nunca los has usado, pero de vez en cuando te abren ventanas con avisos para que lleves acabo determinadas tareas. Quizá notes que el ordenador, una vez ha arrancado, tarda un rato en responder mientras carga estos complementos. Y si, los desinstalas todos, te encontrarás con un que el equipo va más fluido.
Casi todos hemos vivido situaciones de este tipo, y en muchos casos los tradicionales problemas que le atribuimos a Windows tienen mucho que ver con todas las aplicaciones que el fabricante del ordenador le ha puesto al salir de la fábrica. El bloatware se trata del gran problema de los PC actuales y un enorme reto para Windows, así que vamos a analizar este tema:
¿Qué es el bloatware?
El bloatware son todos esos programas que vienen con un ordenador y que no forman parte del sistema operativo, sino que los ha añadido el fabricante. Es posible que no tengas muy claro para qué los necesitas, y realmente no suelen resultar imprescindibles. Seguramente tendrás un antivirus de prueba que luego te pedirá un pago, una herramienta de actualización y soporte técnico del fabricante, software para copias de seguridad… y muchas otras cosas, de utilidad dudosa, y cuya calidad como programas en general deja mucho que desear.
Estas aplicaciones ocupan espacio en el disco duro, ralentizan el ordenador y muchas veces ofrecen una mala experiencia de usuario. Al final, lo mejor es eliminarlas: Windows limpio es mucho mejor alternativa que la que nos ofrecen los fabricantes. Pero claro, las marcas tienen intereses respecto a esos programas, que les generan beneficios.
El escandaloso caso de Lenovo
El problema del bloatware se ha generalizado entre los fabricantes del ecosistema Windows, pero lo cierto es que Lenovo ha destacado. Instaló un software que ofrecía publicidad no deseada a sus clientes, algo bastante grave. Pero es que este programa venía con un fallo de seguridad crítico, que ponía en peligro las comunicaciones cifradas del equipo. Un desastre que generó mucha polémica, y que atrajo un poco de atención mediática sobre el problema del bloatware. Si tienes un portátil Lenovo, deberías aprovechar y eliminar Superfish del disco duro ahora mismo.
Pues bien, la falta de ética de la compañía china ha quedado de nuevo expuesta. Hace poco se ha descubierto que usa un sofisticado truco para instalar software propio cuando formateamos el ordenador y ponemos Windows limpio. Es decir, si te molestas en reinstalar el sistema operativo para librarte de los añadidos no deseados, Lenovo tiene preparada una trampa para evitarlo.
Lo peor es que Microsoft conocía el mecanismo que permitía hacer esto a Lenovo, y no actúo para evitarlo. Se supone que este software mejora nuestra experiencia con el equipo (también envía a la empresa datos de uso), pero Windows debería ser lo único que necesitamos para disfrutar de un ordenador. Y, desde luego, instalar este tipo de software de forma disimulada resulta inaceptable.
Los Mac como ejemplo a seguir
Mientras que en Windows no sabemos qué nos va a aparecer en el ordenador cuando lo sacamos de su caja, en Mac la experiencia es completamente distinta. Apple añade muchas aplicaciones propias, y hace todo lo posible por atarnos a su ecosistema, pero lo cierto es que no incluye bloatware. Casi todo lo que viene con un Mac resulta más o menos útil (en algunos casos, se trata de software excelente) y son programas que aportan valor.
Apple tradicionalmente ha cuidado la experiencia y la privacidad de sus usuarios, así que sus aplicaciones integradas no nos espían (que sepamos), se pueden eliminar fácilmente y no molestan en exceso. Además, no nos intentan vender servicios adicionales por normal general, excepto alguna oferta propia de Apple. Por supuesto, las empresas externas no tienen un lugar en OS X, aunque es algo lógico, ya que no hay un fabricante de hardware implicado.
El reto de Windows
Microsoft tiene que prohibir a sus socios instalar nada en su sistema operativo. Suena fácil, pero representa un reto enorme. Por un lado, algunas marcas creen que nos aportan valor y se diferencian con su software, a pesar de que para la mayoría de los usuarios sólo son programas basura. Por otro lado, instalar bloatware a veces se transforma en una fuente de ingresos adicional. Para terminar, las marcas usan este sistema para recopilar datos del usuario valiosos. Eso sí, de forma puntual, el software incluido es aconsejable o hasta valioso, porque aporta alguna función que no tiene Windows o pule la experiencia.
Además, resulta complicado convencer a las marcas de eliminar el blotaware cuando Microsoft empieza a incluirlo por defecto en Windows: un servicio de música de pago, accesos directos para hacerse con Office, juegos preinstalados con publicidad… Microsoft ha ido más lejos que Apple, ya no sólo intenta anclarnos a su ecosistema, sino que realmente nos castiga con aplicaciones sin ningún tipo de interés. Aun así, el software no deseado que trae Windows a día de hoy es escaso y poco invasivo frente a lo que ofrecen ciertas marcas.
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Desde luego, el problema me parece grave. Ya te hemos explicado lo mucho que nos ha gustado Windows 10, y sería una pena que por culpa del blotaware lo que debería resultar un placer se transformara en una tortura. Está claro que Microsoft tiene que poner límites al software que incluyen las marcas con Windows, y potenciar los ordenadores edición Signature, que no llevan programas adicionales. Al final, buena parte de la buena o mala fama que consiga Windows 10 va a depender de esto.
¿Qué opinas de este tema? ¿Para ti un ordenador con un Windows limpio representa una mejor opción, o crees que se exagera demasiado el problema del bloatware?