iPad 3

Con la llegada del nuevo iPad se ha vuelto a repetir un fenómeno ya habitual en los lanzamientos de productos de Apple: los compradores más entusiastas pasan bastantes horas haciendo cola para ser los primeros en adquirir el gadget. Aunque respeto que cada uno pueda hacer con su tiempo libre lo que quiera, no deja de resultarme muy llamativo que haya personas que den tanta importancia a un artículo de este tipo como para pasar toda una noche en la calle esperando el inicio de su venta.

La última tableta de Apple no aporta demasiado frente a los anteriores modelos, exceptuando su espectacular pantalla. Y no cabe ninguna duda de que la competencia está ya trabajando en integrar paneles en sus productos con densidades de píxeles enormes y conectividad 4G, que es la otra gran baza del nuevo iPad. No parece importar qué haga la marca de la manzana, ni si resulta útil: da la impresión de ser obligatorio para la industria seguir sus pasos.

En la presentación del nuevo tablet de Apple se hizo mucho hincapié en la inclusión de una pantalla de alta densidad de píxeles y de acceso a internet móvil de última generación. Son las características más atrayentes para el gran público pero, para que el elevado consumo energético que implican no limitase dramáticamente la autonomía del dispositivo, Apple se ha visto obligada a revolucionar también el campo de las baterías.