Michael Dell

La empresa norteamericana tiene que plantearse muchas cosas si quiere ser rentable en el futuro. Con el pronunciado declive del mercado del PC y el auge tanto de smartphones como de tabletas, su situación no resulta nada cómoda. Solucionarla requiere de profundas reestructuraciones, que se volverían difíciles de llevar a cabo bajo la supervisión de las autoridades del mercado de valores estadounidense y los inversores. Por eso Dell se ha convertido en una firma privada, con libertad para enfocar su negocio como prefiera.

El gran ensamblador de PC se enfrenta a importantes retos, de los que depende su viabilidad a medio plazo. En una situación similar se encuentra la empresa de Steve Ballmer. Por eso no resulta sorprendente una alianza entre ambas multinacionales para sacar a Dell de bolsa, y darle la libertad que necesita para dar un giro radical a su estrategia. ¿Será suficiente para plantar cara a rivales de la talla de Google o Apple, o se trata de una batalla perdida de antemano?