Vincent van Gogh – El dormitorio en Arlés -1888 – Óleo sobre lienzo -72×90 cm – Postimpresionismo – Museo van Gogh Ámsterdam
Van Gogh entendía la pintura como una vía de modificar la sociedad y como vehículo de salvación personal. Fue un personaje difícil en su relación con los demás, en lo económico y fue un fracasado en cuanto a lo amoroso. En el trabajo tampoco le fue demasiado bien y le hubiera sido difícil sobrevivir de no ser por la caridad de su hermano Théo. Nuestro artista se enfrenta desde una óptica muy personal a una vida que para él resulta frustante. Los niveles que alcanzó le llevaron al suicidio, en una de sus últimas cartas manifiesta abiertamente cómo la pintura le estaba llevando a la destrucción. Abrió caminos al expresionismo posterior.
Le marcó mucho el barroco holandés, influencia de Rembrandt en cuanto a cromatismo y sus temas populares. Se vio muy marcado por la literatura francesa, E. Zola le apasionaba. En esta etapa pone de manifiesto con claro realismo la vida cotidiana de los menos protegidos. Sus gamas ahora son oscuras, los entornos pobremente iluminados y con tensiones de luces y sombras. Su punto de partida se encuentra en pintores realistas franceses: Courbet, Daumier, Millet.
En 1885 se trasladó a Amberes por lo que se familiariza con la pintura de Rubens y Frank Hals. En 1886 se traslada a París atraído por el impresionismo del que tanto le había hablado su hermano Théo. El descubrimiento del impresionismo supuso en nuestro artista una gran decepción, se sintió marginado y fuera de onda. El impresionismo supuso un estímulo para su cambio. Se inscribe en el Taller de Cormont, allí conoce a E. Bernard, T. Lautrec, y a Gauguin.
En Arlés se instaló en una pequeña pensión, la famosa Casa Amarilla, donde pensó establecer el refugio de sus amigos. Donde pinta obras muy conocidas. Gauguin es invitado por Van Gogh a pasar las navidades del 1888 en su casa. Gauguin se burlaba de Van Gogh y su modo de pintar, asegurando que los verdaderos temas eran aquellos que se terminaban en taller y no al aire libre. El 23 de diciembre, Van Gogh, agotado por las impertinencias de Gauguin intenta agredirle con una navaja de afeitar, sin embargo, su acumulado resentimiento le lleva a mutilarse la oreja.
En mayo de 1889 es internado en un manicomio de Saint Rémy. Allí, permaneció un año. En ningún momento dejó de pintar, las obras de este periodo evidencian sus tensiones y desequilibrios. Trigales y cipreses se hacen frecuentes en la producción de este tiempo. Las llamaradas oscuras y la pincelada crispada y nerviosa permite descargar su tensión interior. La naturaleza que le atrae es trémula, con escabrosos accidentes de terreno. Predominan las visiones tétricas y lúgubres.
También realiza copias de los grandes maestros a partir de grabados en blanco y negro. Su internamiento no le impide el realizar algunas de sus obras más importantes. Sale del manicomio y se establece en Auvers, donde lo acoge el conocido Doctor Gadchet. En Auvers-sur-Oise pasó sus últimos meses, abrumado por la soledad, se dio un tiro el 27 de julio de 1890 del que muere dos días después.
De El dormitorio en Arles hay tres versiones auténticas, descritas en varias cartas del pintor; se distinguen entre ellas por los cuadros que hay a la derecha del cuadro y otros pequeños detalles. Está pintado en Arlés, poco antes de la llegada de su amigo Gauguin. Van Gogh amuebló su modesto, pero limpio y ordenado alojamiento, con una simplicidad casi espartana, como si fuera un dormitorio monacal.
Hay poco mobiliario, y está hecho de madera de pino: una cama a la derecha, un perchero, dos sillas, una mesilla de madera en el ángulo y cuadros en las paredes. La habitación era trapezoidal, con un ángulo obtuso en la esquina izquierda de la pared frontal y un ángulo agudo en la derecha. Van Gogh no dedicó mucho tiempo a este problema, simplemente indicó que allí, de alguna manera, había una esquina. Hay dos puertas: la de la derecha daba a la escalera y a la planta superior; por la de la izquierda se entraba en la habitación de invitados que preparó para Gauguin. Al fondo pinta una ventana que daba a una plaza, pero cuyo panorama más allá de la ventada no puede verse.
Podemos analizar las pretensiones del cuadro y los medios de los que disponía leyendo las cartas que enviaba a su hermano Théo. En una de ellas hace una descripción formal del cuadro y nos explica la importancia que para él tenía el color, al que da un valor simbólico de reposo y sosiego. Quería tranquilizar a su hermano, que había pagado el alquiler de la casa y los muebles. En dicha carta leemos:
Esta vez simplemente reproduce mi habitación; sólo el color tiene que hacerlo todo, dando un estilo grandioso a los objetos con su simplificación, llegando a sugerir un cierto descanso o sueño. Bueno, he pensado que al ver la composición dejamos de pensar e imaginar. He pintado las paredes de violeta claro. El suelo con el material jaqueado. La cama de madera y las sillas, amarillas como mantequilla fresca; la sábana y las almohadas, de verde limón claro. La colcha, de color escarlata. La ventana, verde. El lavabo, anaranjado; la cisterna, azul. Las puertas, lila. Y, eso es todo. No hay nada más en esta habitación de contraventanas cerradas. Las piezas del mobiliario deben expresar un descanso firme; también, los retratos en la pared, el espejo, la botella, y algunas ropas. El color blanco no se aplica al cuadro, así que su marco será blanco, con la pretensión de conseguir el descanso obligatorio que me recomiendan. No he representado ninguna clase de sombra; sólo he aplicado simples colores planos, como los de las crêpes.
Van Gogh era consciente del impacto emocional del color, y así escribe.
En vez de reproducir exactamente lo que tengo ante mis ojos, me valgo del color con arbitrariedad para así expresarme de forma más convincente… El rojo intenso del cubrecama aviva el tono del lienzo.
Y si hay un tono predominante en esta obra es el amarillo, que para van Gogh era el equivalente al sol, a la euforia, a la luz y a la vida. Pero, a pesar de la intención del pintor de dar, una sensación “de solidez, de permanencia, de tranquilidad”, el resultado es más bien un sentimiento de angustia debido a la gruesa línea que rodea los objetos, los colores puros y privados de sombras, y las paredes inclinadas, reforzando la extraña perspectiva. La habitación está vista en perspectiva. Marca las líneas del suelo y de las paredes para crear la idea de volumen de la estancia. Sin embargo, abandona las sombras y la textura tradicional, creando superficies planas de clara inspiración oriental.
Mezcla de esta manera la tradición europea en la perspectiva con las simplificaciones japonesas, uniendo así sus dos fuentes de inspiración. Usa gruesas líneas oscuras para delimitar los objetos, siguiendo el cloisonnisme (tabicado), de las vidrieras, con lo que los contornos dan un mayor efecto volumétrico en los elementos presentes en el cuadro. Los tonos empleados son los más apreciados por van Gogh: el amarillo y el azul, que aparecen en la mayor parte de su producción, convirtiéndose en sus tonalidades emblemáticas.
Añade a estos colores pequeñas pinceladas de verde y rojo para jugar con los contrastes. La pincelada suelta a la que recurre el artista se aprecia claramente en algunas partes del lienzo, especialmente en la zona de la izquierda. Pero esa pincelada suelta no implica que olvide el detallismo de los objetos (las telas o el bodegón sobre la mesa), heredero de la tradicional pintura flamenca y holandesa barroca que tanto atrajo en su juventud al pintor.
¿Creéis como van Gogh, que la pintura puede cambiar la sociedad? ¿La vida tortuosa del pintor y su enfermedad mental, pudo provocar la genialidad del artista? ¿Consideráis la pintura una vía para expresar sentimientos, emociones, estados de animo?