The Walking Dead, ¿una temporada insuperable?

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En The Walking Dead se han quedado sin balas… y la serie se toma un descanso. Pero volverá, tranquilo, parece que la cuarta temporada ya está en marcha. El apocalipsis zombi queda fuera de foco, y Rick podrá respirar a pesar de la putrefacción que les rodea. Las situaciones límite y los sacrificios pueden esperar. Meses después de aquella fatídica noche en la que la granja de Hershel claudicó ante una horda de caminantes, Lori está a punto de romper aguas, y el grupo descubre una prisión ocupada que podrían limpiar para instalarse. Más acción y gritos que nunca, más sangre y sustos. ¿Una temporada insuperable?

Una temporada insuperable

Escribo este artículo con miedo, lo confieso. Los seguidores de las series son tan incontrolables como los fans de Justin Bieber y sé que acabarán mordiéndome en la yugular. No importa. Es el riesgo que corres cuando das tu opinión, cuando descorchas la litrona de tu frikismo ilustrado. Cuando te mojas. Una invasión de burlas y reproches zombis. ¡Adelante, valiente! Soy un cobarde que se chupa la sangre de las heridas acurrucado bajo la mesa, pero no sé vivir sin mi ballesta. Sin batalla. Es una lucha entre el instinto de supervivencia y la necesidad de clavar mi flecha en la manzana podrida.

Aún desfilan por la pantalla de mi televisor los títulos de crédito del episodio 16, aún resuena la inquietante banda sonora. Y ya resoplo, ¡qué descanso! Estoy baldado. Tras saborear la tercera temporada al completo, con el regusto de la sangre seca todavía en la boca, debo admitir que he visto la luz. Creo en los caminantes, sí señor, tanto como en los ángeles de Victoria´s Secret. Existen, están ahí fuera. ¡Y son muy feos!

The Walking Dead serie

Estas cariñosas criaturas, que buscan carroña como si les fuera la vida en ello, no son una moda pasajera, han protagonizado cientos de películas de serie B, y novelas poco recomendables durante años. Sin embargo, no ha sido hasta The Walking Dead cuando los efectos de maquillaje los han hecho creíbles y “realistas”. Estos depredadores desfigurados son tan diferentes unos de otros, y tan aterradores, que nos aceleran el pulso. Unos muertos vivientes que ya no dan risa, que te agobian, te ahogan, que se cuelan en tus pesadillas.

Me he puesto a teclear empujado por una ferviente delirio, aunque en realidad, lo que me apetecía era pintarrajear en la pared de mi habitación una de las frases más agudas que he escuchado en mucho tiempo. Y ha sido en la caja tonta, qué vergüenza. Óscar Wilde se habrá revuelto en su tumba muerto de envidia. Cuentan mis vecinos, que el gobernador ha pronunciado la frasecita en la primera secuencia y un segundo más tarde, el destello de mi colmillo retorcido ha relampagueado todo el barrio. ¡Exagerados!

En esta vida, o matas o mueres… ¡o mueres y matas!

Genial. Ya estoy ansioso, necesito otra dosis de gore. ¡Dios! ¡Siempre se me ha indigestado el gore! ¿Qué me ha pasado? ¡Yo antes no era tan friki! Como bien sabrás si estás leyendo este artículo, The Walking Dead es la adaptación televisiva de los deliciosos cómics de Robert Kirkman. Y la cadena que arriesga sus billetes es AMC. La misma que emite Mad Men y Breaking Bad. No digo más.

Protagonistas

Esta temporada traía cambios que prometían. Nuevas localizaciones y nuevos personajes. La prisión, Woodbury, Michonne y el Gobernador. Y sí, funcionan. Aciertos indiscutibles. Aunque el auténtico acontecimiento ha sido el ritmo de los episodios, una vuelta a los orígenes. Más acción, más disparos, más violencia, más gritos, más tensión y suspense, más desmembramientos y más decapitaciones. La habilidad de Michonne para descuartizar con la catana es algo muy turbador.

Frank Darabont no se fue a Sevilla, pero perdió su silla de showrunner, se le dormían las piernas y no estuvo sentado el tiempo suficiente para volver a la cárcel de Cadena perpetua. Una pena. Eso sí, seguro que se pasaba por el rodaje para dar lustre a esta joya, y para dar palmaditas en la espalda a Glenn Mazzara. Es triste hablar entre dientes de calaveras, cuando el grupo capitaneado por el sheriff Rick está sentenciado. Y el aspirante a ejecutor es el tipo del parche en el ojo. Ese caballero tan majete, que mientras bebe un trago de whisky, contempla impasible y satisfecho, un acuario repleto de… cabezas decapitadas. Zombis.

The Walking Dead

Un gran villano, sin duda. La interpretación de David Morrissey como Gobernador, viene acompañada de una lluvia de invitaciones a la tiendas de Armani y Hugo Boss. Necesitará muchos trajes para asistir a todas las galas de premios. Maneja muchísimos recursos. Puede ser encantador, si necesita ganarse el cariño y el respeto de la gente, o un maldito cabrón. Un despreciable antagonista, al que no quieres dejar de ver. El malo más atractivo de la televisión desde Ángela Channing. Es escalofriante su homenaje a Robert Mitchum y Charles Laughton en La noche del cazador. Esa escena dentro de un almacén abandonado es sobrecogedora, y será legendaria. El Gobernador silba, pala en mano, porque sabe que Andrea está acorralada, y que pronto caerá en sus garras. Vuelve a Woodbury…

Ahora la serie es estresante, no te voy a engañar, no es que tengas el corazón en un puño, se te sale por la garganta. De ahí el regusto a sangre seca. Es condenadamente entretenida. Se ha transformado… tanto como Carl. El niño del flequillo. Ahora es un hombrecito a una pistola pegado, que mira distinto, que camina distinto. Un solitario, con unos principios y unos valores que poco tienen que ver con los de un chaval de su edad. Puede estar callado en una esquina, con el sombrero de su padre ocultando sus ojos en la sombra, y sin embargo, no está quieto. Su lógica es un ciempiés, no intentes ponerle una zancadilla.

Por fin olemos la desesperación, el afán por sobrevivir. Ya no hay protagonistas imprescindibles que salvan su pellejo en escenas inverosímiles. Cualquiera de ellos podría ser el siguiente fiambre con un agujero en la frente. Cada capítulo es un sinvivir, como una película de Indiana Jones. Espero que Lauren Cohan continúe vivita y coleando mucho tiempo.

The Walking Dead

Tiempo muerto… que aprovechamos para observar desde una torre de vigilancia la falsa esperanza que otorga el Gobernador a “su pueblo”. Y algunos, creyéndonos dioses, injertamos la metáfora en el muro de las lamentaciones de la realidad. Qué listos somos, ¿eh? En Estados Unidos recurrieron a un curioso y acertado lema para promocionar la serie, que probablemente te dará que pensar.

Enfrenta a los muertos. Teme a los vivos.

Inspirado. Los zombis abarrotan los pasillos de la prisión esta temporada, sí, las matanzas indiscriminadas son el pan nuestro de cada día, y es justo ahora, cuando el ruido nos desorienta, cuando ha crecido el mensaje oculto. La moraleja de la parábola. En ese mundo, la desconfianza mutua está enterrando a los humanos. Unos y otros, morirán en el fuego cruzado. Los caminantes solo son testigos mudos… ¡gruñones!

¿Qué harías tú si despertaras una mañana y The Walking Dead fuera tu nuevo entorno? ¿Prefieres matar y después preguntar, o crees que no es necesario reventar al prójimo para protegerte? ¿Cuál sería tu límite para sobrevivir? ¿Se puede tener ética y moral en una sociedad descarnada y deforme? ¿Conoces muchos muertes vivientes?

Archivado en AMC, Crítica, Opinión, Serie, The Walking Dead, Zombi
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