La compra de Palm por parte de HP (que costó, no lo olvidemos, unos considerables 1200 millones de dólares) se iba a amortizar no sólo con la venta de smartphones y tablets, sino que webOS sería integrado en distintos tipos de dispositivo a largo plazo. Algunos tan curiosos como impresoras, pero otros en los que tenía mucho más sentido: portátiles convencionales y ordenadores de sobremesa.
Viendo la situación del mercado de la informática doméstica, creo que todos deberíamos dar la bienvenida a un nuevo competidor en el terreno de los sistemas operativos. A día de hoy Windows es casi un monopolio en el mundo del PC: la eterna promesa de que Linux llegue a las masas parece que nunca se va a materializar, y los Mac, aunque siguen ganando cuota de mercado y relevancia, tienen difícil hacerse con un lugar preeminente a causa de su elevado coste y reducida gama.
Esta situación de dominio por parte de Microsoft sólo da como resultado que los consumidores paguemos precios más elevados, tengamos menos donde elegir y el producto que se nos entregue sea de inferiores características que las que disfrutaríamos en un entorno con más alternativas. Y, tras vivir durante años esta coyuntura, parecía que webOS iba a representar por fin una opción válida.
La calidad del software estaba fuera de toda duda, a pesar de que su adaptación a los ordenadores convencionales seguramente sería complicada. Y lo más importante es que tenía detrás al mayor de los fabricantes de PC del mundo, con fuerza suficiente para imponer su sistema. Motivos para embarcarse en esta aventura no le faltaban. En primer lugar, el ahorro en licencias de Windows sería enorme, pero es que además ofrecer un sistema operativo propio podría transformarse en un elemento diferenciador que aportase valor añadido a sus creaciones.
Sin embargo, el proceso no iba a ser sencillo. HP siempre ha dependido de Microsoft en gran medida, y no cabe duda de que estos pondrían todas las trabas posibles a la aparición de un rival. En cualquier caso, con la descontinuación de los dispositivos actuales basados en webOS, parece más que dudoso que se vayan a hacer más inversiones alrededor de este ecosistema.
Por lo tanto, hemos de abandonar la idea de que Windows encuentre un competidor en breve. Lo cierto es que la irrupción de las tabletas ya significa una amenaza, y prueba de ello son los profundos cambios que Windows 8 va a sufrir frente a su antecesor. Sin embargo, el ordenador convencional sigue teniendo su lugar y, en mi opinión lo conservará en el futuro, al menos a medio plazo. Por eso creo que todos los consumidores debemos lamentar el movimiento de HP, que ni ha tomado decisiones muy adecuadas respecto a webOS ni le ha dado suficientes oportunidades. Esperemos que en el mercado de los sistemas operativos de PC aparezca alguna otra plataforma, pero pienso que es una posibilidad remota en este momento.