La perla, de John Steinbeck

Hay autores que miden sus obras por el número de páginas y, cuanto mayor es el tomo que las contienen, más orgullosos se sienten de ellas. Lo mismo ocurre con determinados lectores que consideran una afrenta a su inteligencia el que se les relacione con novelas cortas o relatos y visten sus bibliotecas de voluminosos volúmenes. Por no hablar de los editores empeñados en que sudemos y nos lesionemos las muñecas ante el esfuerzo que supone transportar cada novedad que sale de sus oficinas.

Oscar Wilde solía decir: “Cualquiera puede escribir una novela en tres volúmenes. Sólo se necesita una absoluta ignorancia de lo que son la vida y la literatura”. Sin coincidir al cien por cien con Wilde (pues he leído alguna que otra novela impresionante en tres tomos), esta frase resume perfectamente lo que John Steinbeck consigue con La perla: un retrato fiel y desgarrador de la condición humana, la miseria, la avaricia y la injusticia en menos de cien páginas y del que el mismísimo Oscar Wilde estaría complacido.

John Steinbeck, fuente:http://margaritochinijo.blogspot.com

Mitad leyenda popular mitad fabulación del autor, cuenta la historia de una pescador, un desheredado que vive en una choza con su mujer y su hijo en un ambiente de pobreza, ignorancia y resignación. Encuentra una enorme perla y su mundo se llena de alegría e ilusión: por primera vez en su vida tiene esperanzas y ansía algo más que conformarse con sobrevivir en un gueto de pescadores. Sus ilusiones pronto se verán truncadas por los comerciantes locales que, lejos de ofrecerle un precio justo por el tesoro, tratan de convencerlo de que su hallazgo no es tan valioso como él suponía.

La novela retrata perfectamente la injusticia y los abusos de un mundo dividido en dos estratos: por un lado los ricos y poderosos que manejan a su antojo mercados, ofertas y demandas, precios y hasta vidas mientras que en el otro escalón están los pobres, los obreros sometidos al mando de los poderosos sin más destino que trabajar, callar y agachar la cabeza.

En el aspecto estético la novela destaca por una increíble sencillez de formas, una prosa sutil y ligera y un ritmo trepidante en su parte final que convierten su lectura en una actividad estimulante y placentera.

Su autor fue galardonado con el premio Nobel de Literatura en 1962 y este libro es un claro ejemplo de su buen hacer y su destreza con las palabras además de una oportunidad para conocer a uno de los mejores escritores norteamericanos de la primera mitad del siglo XX. Si no lo habéis leído, hacedlo. Si ya lo habéis hecho… nunca es mal momento para releerlo. No os arrepentiréis.