La marca de la manzana no se cansa de acaparar titulares de temática legal, y en muy poco tiempo nos han llegado noticas de dos nuevos litigios que se han abierto recientemente. Ya habíamos hablado sobre que inspirarse en las ideas de los demás es positivo, tanto cuando Apple es la imitadora como si ellos son los imitados. Parece que los abogados de la empresa de Tim Cook seguirán trabajando tan duro como cuando Steve Jobs estaba al mando, porque esta tendencia de competir en los tribunales en lugar de en el mercado no va a terminarse en breve.
Por un lado, HTC denuncia a Apple tomando como base nueve patentes que ha adquirido a Google. Los chicos de Mountain View obtuvieron esas propiedades intelectuales de terceros como Palm o Motorola. El hecho de que la marca del buscador más popular apoye de forma tan decidida a los taiwaneses deja muy claro que la compra de Motorola tiene como objetivo defender su sistema operativo móvil, colaborando para ello con los socios que han sido atacados.
La segunda noticia que nos ha llegado es que Apple ha demandado otra vez a Samsung, ahora en Japón, y por motivos que parecen idénticos a los de anteriores ocasiones. De nuevo intentan poner fin a la venta de dispositivos de la familia Galaxy, y además obtener una compensación por los daños presuntamente sufridos. Sorprende la insistencia de los creadores del iPhone en su persecución de la compañía coreana, lo que nos da a entender que están dispuestos a llevar hasta las últimas consecuencias los procesos abiertos.
La verdad es que no podemos calificar estos sucesos como inesperados, sino que nos vienen a confirmar que, a día de hoy, tiene tanta importancia para una empresa tecnológica contar con buenos abogados como con ingenieros competentes. Es una auténtica lástima que se desperdicien esfuerzos y recursos en batallas judiciales absurdas, pero no parece que esta vergonzosa situación vaya a cambiar pronto. Debemos suponer que, a lo largo de los próximos meses, este tipo de noticias se volverán a repetir. Al final, los perjudicados últimos somos los consumidores, puesto que el dinero que obtienen estas grandes multinacionales de nuestros bolsillos acaba invertido en gastos legales, en lugar de en el desarrollo de nuevos dispositivos.