La extraña desaparición de las abejas en los últimos años es un problema que trae de cabeza a científicos de todo el mundo. Cada año miles de colmenas se vacían y es imposible encontrar rastro alguno de sus pobladoras.
Han sido numerosos los intentos de encontrar una explicación a tan curioso e inquietante fenómeno: desde pesticidas hasta torres de telecomunicación o virus, pero lo cierto es que ninguna de estas teorías ha llegado a explicar satisfactoriamente la ausencia total de abejas y la imposibilidad de determinar dónde han ido a parar.
Un hallazgo de la Universidad estatal de San Francisco parece arrojar algo de luz sobre el misterioso mal que afecta a los enjambres estadounidenses (al igual que los del resto del mundo). Los investigadores han descubierto una especie de mosca parásita que inyecta sus huevos en la abeja. Las larvas de desarrollan dentro del abdomen de la abeja (que salen de su cuerpo unos siete días después de morir la abeja como si de un alien se tratara) y, antes de fallecer, la abeja se desorienta actuando como un zombi, y abandona la colmena. Esta asesina de abejas ha sido bautizada como Apocephalus boreales.
Como muchos otros grandes descubrimientos, esta mosca se ha encontrado de manera casual: el profesor de Biología y presidente de la Academia de Ciencias de California, John Hafernik, observó cómo éstas moscas merodeaban a unas abejas que había recogido para alimentar a otros insectos y que había dejado olvidadas en un tarro.
De momento la teoría de la mosca asesina es sólo teoría y habrá de ser estudiada en profundidad y confirmada o refutada a través del método científico.
Sea esta u otra la causa de la desaparición de las abejas, los científicos trabajan en este tema a marchas forzadas, pues la labor de estos insectos es fundamental para nuestros cultivos e incluso se piensa que si las abejas desaparecieran del planeta, la vida en la Tierra se extinguiría en un periodo inferior a cuarenta años.
