He pasado, durante el mes de febrero, por la traumática experiencia de una intervención quirúrgica delicada; afortunadamente ya me encuentro totalmente recuperado, aunque todavía algo débil. Sin embargo, si algo han tenido de positivos estos días de convalecencia, ha sido el tiempo que he podido dedicar a la lectura, lo que en este caso me ha llevado a descubrir un magnífico libro y a un fascinante personaje. El libro en cuestión se titula “Por amor a la Física” y el personaje no es otro que su escritor, el astrofísico holandés Walter Levin.
Walter Levin es un personaje singular. Tiene toda la pinta de un científico loco, pero lleva más de 50 años impartiendo clases de física en la universidad de ciencias y tecnología más importante de Estados Unidos, el Instituto de Tecnología de Massachusetts, también conocido como MIT. Este excéntrico profesor, obsesionado por la física, ha conseguido transmitir la belleza de esta difícil asignatura utilizando métodos poco ortodoxos, con su propio cuerpo como conejillo de indias, terminando sus demostraciones, en muchas ocasiones, completamente exhausto.
Las clases de Walter Levin son la demostración palpable de que el conocimiento y el dominio de una materia, si bien son necesarios, no sustituyen en absoluto a la imaginación o la pasión necesarias para transmitir el grado de motivación que lleve a los alumnos a involucrarse en el aprendizaje de materias tan áridas en muchas ocasiones, como las matemáticas o la física.
Millones de personas han disfrutado, gracias a Internet, de las clases magistrales de Walter Levin y ahora a través de esta magnífica obra podemos saborear toda esta experiencia acumulada plasmada, como no podía ser de otra manera, de forma amena y brillante.
Por amor a la física, a lo largo de sus 307 páginas nos transporta, como dice su portada, desde el final del arco iris a la frontera del tiempo, y en el camino nos habla de Rayos X, del espacio profundo, de las estrellas, de la energía, la electricidad, el magnetismo, incluso nos enseña la magia de beber con pajita o por qué en invierno es mucho más agradable tener al lado en la cama un ser humano que una manta eléctrica…¿ya lo intuías?
Hablando de la física, Walter Levin escribe:
La física explora la inmensidad inimaginable, pero al mismo tiempo puede adentrarse en los dominios más minúsculos, hasta trozos de materia como los neutrinos, del tamaño de una diminuta fracción de un protón”.
El objetivo de Walter Levin es que nos guste la física y que miremos el mundo que nos rodea de forma diferente, ampliar nuestros horizontes planteándonos preguntas que de otra forma nunca nos hubiéramos hecho. Termina su libro con éstas palabras:
Para mí esto es la cumbre de la enseñanza. Es mucho más importante para mí que los alumnos recuerden la belleza de lo que vieron que el hecho de que sean capaces de reproducir lo que escribí en la pizarra. ¡Lo que cuenta no es de lo que hablas, sino lo que descubres!
Y yo me pregunto ¿quién dijo que la física era aburrida?
Yo soy más de física aplicada a las telecomunicaciones y a los audiovisuales que de Física pura y dura, pero la verdad es que es muy interesante saber un poco de todo 😛