Solemos pensar nuestra vida como una trayectoria en línea recta, camino ininterrumpido (aunque a veces sinuoso) en sus etapas de nacimiento, desarrollo y muerte. Los altibajos no hacen mella en ese continuo en el que vivimos y en donde proyectamos todos nuestros proyectos, anhelos y esperanzas. Pero a veces ocurren sacudidas de tal magnitud que nos vemos obligados a parar en seco, y es como si la Tierra misma hiciera lo mismo. El efecto de gravedad, ese que hace que podamos dar vuelta rápidamente a un cubo lleno de agua sin que se derrame una gota, se pierde y terminamos empapados por la fragilidad de esta línea continua de nuestra vida.
No todos pasan por una experiencia así. Pero quien lo hace sabe de las profundas modificaciones en el percepción del tiempo y, en general, de eso que llamamos realidad. Uno se siente como empujado a trompicones por el tiempo, como si éste de verdad estuviera a nuestras espaldas obligándonos a seguir cuando lo único que pedimos es un momento más para estar ahí, en ese instante previo a la catástrofe. El retorno a la continuidad sólo puede darse de una manera: con delicadeza. Esta es la línea detrás de la novela de David Foenkinos que él, junto con su hermano, han adaptado al cine.
Para el papel de Nathalie tenemos a la carismática Audrey Tautou (Amélie) que cuenta con un sorprendente François Damiens como pareja de actuación encarnando a Markus. Nathalie se enfrenta a una de estas situaciones límite, por lo que le tomará mucho tiempo volver a eso llamado normalidad. Pero todavía nadando en las aguas del recuerdo, sucede lo inesperado en un beso con Markus, que está bajo las órdenes de Nathalie en el trabajo. De aquí se desprende la historia de lo que hace falta para sanar una herida profunda y difícil, aunque contada en tono de comedia, con más de un guiño de lo que podemos denominar como “la tentación Amélie” (que resulta casi inevitable al tener a Tautou en el elenco).
La película se desarrolla de buena manera apoyándose mucho en su banda sonora. Da la impresión de que no se han querido perder detalles del libro, pero quizá esto se explique por el hecho de que sea el mismo autor de la novela el que hace la adaptación. Desde el principio vamos dando saltos temporales que pueden resultar confusos y a veces desproporcionados. Pero la cosa mejora cuando nos instalamos en la historia de Nathalie y Markus. El trabajo de Audrey Tautou es siempre solvente, por más que sea complicado quitarse de la cabeza el personaje que le llevó al estrellato. Aunque la verdadera revelación es François Damiens que nos entrega un personaje enternecedor y sumamente humano. Sin duda se lleva las notas más altas atendiendo de manera extraordinaria tanto a lo que su papel demandaba como a las exigencias de la historia misma.
Comedia romántica que no llega a empalagar, buenas actuaciones y una buena banda sonora. La historia de “La delicadeza” diluye un fuerte drama en un momento de reencuentro, uno de esos en los que se hacen las paces con el pasado quedando a punto para retomar el camino. Si bien no puede decirse que es la mejor película francesa de este año, sí que se puede pasar un rato en el que llanto, risa y suspiros llenarán la sala. Nada del otro mundo, pero una excelente alternativa para quienes se resistan al superhéroe arácnido que llena las salas esta semana (y de quien os hablaré más tarde). ¿Os llama la atención la trama o sois de los fans de Tautou que no se pierden la oportunidad de verla en pantalla?
La vi ayer y me pareció que la palabra que mejor la describe es: sensible. Aunque hay momentos en la película que no son muy creibles………. No sé. AVISO SPOILER:
Como cuando Markus se va corriendo de un puente de Paris porque tiene miedo a enamorarse…. Me pareció desproporcionado para dar a entender una situación que sí que puede ser normal.
Pero en general me gustó. Tanto por la banda sonora como por la trama y la actuación del elenco.
Gracias por el comentario. Puede que sea desproporcionado, pero a veces lo que vemos en la pantalla es lo que muchos pensaríamos en hacer en una situación así, aunque, en efecto, nunca lo hagamos. Eso desata la risa, impresiona que un personaje se atreva a ser así de auténtico. Esa me parece la magia de Markus: es completamente transparente. Qué bueno que te haya gustado y gracias de nuevo por comentar.