Desde pequeños una de las experiencias más traumáticas puede ser la del encuentro con las temidas agujas. Habrá quien se acostumbre al recibir esas vacunas año con año para evitar los resfriados invernales, pero sin duda que un elevado número de personas preferimos tener el menor contacto posible con ellas. Ahora que también dependerá de la destreza en las manos de quien inyecta, pero dadas las experiencias vividas y conocidas de oídas, sale más a cuenta no arriesgarse más allá de lo indispensable.
Afortunadamente, la ciencia se apiada de nosotros y comienza a desarrollar inyecciones que puedan ser tan fáciles, precisas y controlables como las agujas hipodérmicas. Una de ellas es precisamente este sistema láser que proyecta chorros microscópicos de medicamento a través de la piel, de manera que una inyección podría ser casi como una pequeña ráfaga de viento. El responsable de este proyecto es Jack Yoh, profesor de ingeniería mecánica y aeroespacial de la Universidad Nacional de Seúl.
El láser se combina con un pequeño adaptador con dos contenedores separados por una membrana flexible: uno con el medicamento en forma líquida y otro con agua que será el fluido que servirá de “vehículo”. Cada pulso del láser, que dura solamente 250 millonésimas de segundo, genera una burbuja de vapor dentro del agua que, a su vez, ejerce una presión sobre la membrana forzando a expulsar un pequeño chorro de medicamento a través de una boquilla cuyo diámetro es similar al de un cabello humano. Las pruebas con cerdos de guinea han sido exitosas, y el profesor Yoh espera poder comercializar pronto el dispositivo para su uso clínico.
Sin duda que hace falta un largo camino por recorrer antes de que esta tecnología llegue a nuestros hogares. Pero los primeros pasos están dados y las agujas pueden comenzar a temblar, pues el láser amenaza su reino. ¿Os entusiasma saber que se podría decir adiós a las dolorosas inyecciones?
Esto es una excelente noticia para los miedicas como yo!