A Roma con amor, el último film de Woody Allen pasa por nuestro ojo crítico

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La última entrega del realizador norteamericano, Woody Allen, llega a la cartelera este fin de semana. En la gira por las ciudades europeas ha tocado el turno a la hermosa Roma. Con un reparto de lujo, y tras la grata impresión que dejó “Midnight in Paris”, las expectativas no pueden dejar de ser altas. En Xombit ya la hemos visto, por lo que os dejamos nuestras impresiones sin arruinarle el final a nadie.

En primera instancia hay que decir que nada tiene que ver lo que vimos el año pasado desde París con lo que se nos presenta ahora desde Roma. Sin duda que ni alguien con el talento de Woody Allen puede conseguir dos grandes películas de manera consecutiva. De manera que antes que nada abrid la mente para un encuentro con algo que es completamente distinto. Aunque, eso sí, no se le puede reprochar a un director como éste, y a estas alturas de su vida, el que se dé el lujo de hacer lo que le venga en gana. No queda sino ver cómo se divierte haciendo lo que tanto le apasiona y valorar al final.

Tenemos cuatro historias distintas: un afamado arquitecto que recuerda la ciudad con nostalgia, una pareja de recién casados que descubrirán (cada uno por su lado) que quizá Roma no es lo más indicado para ellos, un típico romano que salta a la fama de manera inexplicable y un peculiar cantante cuyas virtudes sólo salen a relucir en la ducha. Cada una de ellas está repleta de las situaciones más disparatadas que se os puedan ocurrir y constituyen líneas completamente independientes. Este es quizá el problema fudamental del film: cuatro historias en el tiempo de una. El resultado es, sin duda, más que caótico, aunque puede quedar la duda de si no es precisamente esa la intención del director para reflejar la esencia de Roma (y el prejuicio, a veces fundado, en torno a Italia entera). Habrá quien vea maestría en la edición y habrá quien sienta que la película se le escapa de las manos.

Un jubilado de locas ideas

Basta con saber que se trata de Woody Allen para intuir lo que podemos encontrar. Personajes al borde de un ataque de nervios (histeria podría ser el segundo nombre de este peculiar director), situaciones inverosímiles con las que explora las relaciones humanas y su muy característico sentido del humor. En una de las historias vemos al propio Allen en pantalla encarnando a un director de ópera jubilado. Este personaje bien podría responder a la pregunta: ¿qué hará este director cuando ya no haga películas? Es una oportunidad de reírse un poco de sí mismo, de sus locas ideas y de anticipar algunas de las críticas. Esta línea de la historia transcurre sin mayor complicación, salvo que bien podría terminar después de pasada la sorpresa y las risas por la última disparatada idea del jubilado. El resto resulta muy repetitivo.

El director le da indicaciones a la guapa actriz

El problema de la represión

Alessandro Tiberi y la bella Alessandra Mastronardi protagonizan una simpática historia en la que marido y mujer se ven separados el uno del otro en su primer día en Roma. El famoso cómico Antonio Albanese y la guapísima Penélope Cruz hacen de complemento en esta línea que es una de las mejor logradas. Sin duda un certero acercamiento a lo que puede ser la vida en pareja en sus inicios y, sobre todo, a las ingenuas ilusiones de los recién casados. Unos que, además, dan un salto de la periferia a la gran capital sin haber dado rienda suelta a sus pasiones. Roma, a pesar de su ineludible convivencia con la ciudad del Vaticano, no es lugar para quienes defienden la represión y la fidelidad como la mejor de las vías. Antonio y Milly (Tiberi y Mastronardi) os harán reír de principio a fin en una historia muy bien contada.

La fama: banalidad embriagante

La presencia de Roberto Benigni en un film es casi una garantía. No defrauda en esta ocasión con su inigualable humor al representar a un romano de a pie que, de la noche a la mañana, salta a la fama sin entender las razones. Se trata de una historia donde se hace una certera crítica a los medios de comunicación y a los que en nuestros días se hacen llamar artistas. No obstante, al igual que en la línea protagonizada por el propio Allen, se peca un poco de repetición de las situaciones. Aunque la presencia de Benigni logra solventar bastante bien haciendo que la historia se disfrute con una sonrisa.

Tres pilares del nuevo film del neoyorquino

¿El pasado que está en el presente o el presente que se parece al pasado?

La historia que más complicaciones presenta es la protagonizada por Alec Baldwin. El histrión interpreta a un famoso arquitecto que, en un paseo por el barrio romano donde vivió algún tiempo, se topa con un joven con quien comparte profesión. Tras el encuentro comienzan los recuerdos de las malas decisiones de un pasado que ahora se ¿repite?. En realidad no. Todo indica que el joven es en realidad él mismo en el pasado (aunque los personajes no comparten el mismo nombre), por lo que comenzamos a ver una serie de episodios en los que John (Baldwin) se inmiscuye en la vida de Jack (Jesse Eisenberg). En algunos parece que se trata de una presencia fantasmal que nadie puede ver, y en otros los personajes interactúan con él como si sus recuerdos pudieran interpelarle. Una línea bastante caótica que no termina de aclararse y que cuenta con la participación de una Ellen Page a la que parece costarle mucho el quitarse a Juno de la cabeza. Es aquí donde más se siente la complejidad de editar cuatro historias independientes.

Y al final…

He de decir que la película, en su conjunto, no termina por convencer. El peso de las historias se diluye y algunas se vuelven repetitivas haciendo un poco cansado lo que en un inicio lucía prometedor. Las notas a destacar están en la solvencia de Benigni, la historia del matrimonio y en los bellos paisajes que siempre ofrece la Città Eterna. A pesar de la grandeza del neoyorquino, hemos de decir que no ha sido su mejor film. A Allen no le veíamos en pantalla desde 2006 y parecía que había encontrado en Owen Wilson a su reemplazo ideal, por lo que esperamos que aprenda de los aciertos y los errores para seguir deleitándonos con su costumbre de hacer una película al año. Por lo pronto, A Roma con amor puede ser considerada como una buena opción para un domingo de descanso, pero sin que las expectativas sean muy altas. Pasar un buen rato, disfrutar un par de buenas historias y poco más. Eso sí, los fanáticos de Woody Allen tienen una cita ineludible con las salas de cine, pues su ídolo ha vuelto a aparecer a cuadro. ¿Vosotros sois fieles seguidores del director neoyorquino?

La última película de Woody Allen

Archivado en Penélope Cruz, Woody Allen
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