La estatua que se ve en la imagen es la representación del dios Vaisravana, “Rey Budista del Norte”, o Jahmbhala, como también se le conoce en el Tíbet. Fue esculpido hace mil años, pesa diez kilogramos y está hecha de un material que literalmente cayó en nuestro planeta hace aproximadamente 15,000 años. En efecto, el equipo de investigación a cargo del doctor Elmar Buchner de la Universidad de Stuttgart ha descubierto que el material de la estatua es un metal llamado ataxita, principal componente del meteorito Chinga que cayó entre Mongolia y Siberia.
Como puede apreciarse, “El Hombre de Hierro” tiene una esvástica en el pecho. Lo cual pudo ser la razón por la que, en 1938, la expedición nazi liderada por el renombrado zoólogo Erns Schafer decidió llevarse la estatua a Alemania, donde terminó en una colección privada. La expedición se realizó por órdenes de Heinrich Himmler, jefes de las SS, quien se cree que sostenía que los orígenes de la raza aria podían rastrearse en el Tíbet. Más tarde, Schafer diría que aceptó la misión para aprender más sobre la vida salvaje y aspectos antropológicos en la región. Traer de vuelta la estatua podría haber sido una manera de mantener al jefe contento.
Además de esta peculiar historia, la estatua resulta invaluable tanto por su antigüedad como por ser la única figura humana labrada en un meteorito. Uno de esos raros casos en los que la realidad parece superar a la ficción. Seguro que la serie de coincidencias que giran en torno a esta maravillosa obra daría para un buen guión de película o para otra trilogía de misterio ya sea en el mismo cine o en la literatura: la estatua caída del cielo que pasó de símbolo tibetano a comprobación de una loca teoría nazi. Por lo pronto se trata de una curiosidad de la ciencia que vale la pena compartir.