Hace ya unos veinte años que desapareció, pero la historia de la ciudad de Kowloon es la historia de miles de personas que vivieron hacinadas en un espacio de apenas unos 110 metros por 210 en una auténtica ciudad sin ley, gestionada por sus propios habitantes y enclavada dentro, de por aquel entonces, la próspera ciudad de Hong Kong.
El enclave de esta ciudad se remonta a la época de la dinastía Song (entre los años 960 – 1270), época donde funcionó como puesto de vigilancia ante los piratas que amenazaban el comercio de sal en la zona. Situada en la Península de Kowloon (literalmente “ciudad nueve dragones”) junto a la Isla de Hong Kong, fue reconvertida en fortaleza a mediados del siglo XIX.
En el año 1842, la Isla de Hong Kong fue cedida al imperio británico. Sin embargo, las autoridades chinas consideraron necesario mantener un punto de control para supervisar la actividad británica en la zona y el correcto cumplimiento de los acuerdos alcanzados. Fue entonces, cuando Kowloon fue el enclave elegido para dicha tarea, convirtiéndose en una ciudad/país dentro de territorio británico.
En el acuerdo firmado entre China y Gran Bretaña se excluía del Convenio de Anexión de Nuevos Territorios a la Ciudad Amurallada y permitía al país asiático mantener una tropa en el enclave, siempre que no entorpeciese la actividad británica en el lugar. Sin embargo, apenas un año después, los británicos se saltaron el acuerdo y acabaron con la base militar china, atacándola en el año 1899.
A pesar de ello, Kowloon que por aquél entonces sólo tenía unos 700 habitantes, siguió permaneciendo en un limbo legal y político, fuera de las leyes británicas pero dentro de su territorio. Fue entonces cuando comenzó su desarrollo como cualquier otro barrio chino, con sus propias costumbres y leyes. Debido a que este enclave ya no representaba ningún tipo de peligro para los intereses británicos, sus autoridades permitieron que evolucionara la ciudad, hecho que favoreció su desarrollo y posterior superpoblación.
Cuando se veía la ciudad desde el aire, llamaba sobremanera la atención la enorme densidad de edificios que la formaban. Los hogares, por la falta de espacio, comenzaban a levantarse unos sobre otros sin sobrepasar nunca el límite de catorce alturas marcado, ya que era el máximo permitido para no entorpecer el tráfico aéreo del cercano aeropuerto de la ciudad de Hong Kong, cuyos aviones pasaban rozando las azoteas de los edificios.
Los construcciones de la ciudad se comenzaron a apiñaban unas junto a otras, y las calles cada vez se hicieron más pequeñas, siendo algunas, no más anchas de un metro entre pared y pared. Es así como se explica que la ciudad se mantuviese en pie a pesar de los malos materiales utilizados en la construcción de sus edificaciones, y es que las casas, sencillamente, se apoyaban unas contra otras gracias al escaso espacio. Construían al azar, no disponían de arquitectos ni ingenieros, así que era fácil encontrar edificios que se erigían sobre la azotea de los más antiguos, apoyando la nueva fachada sobre la del edificio vecino.
La progresiva masificación de edificios no afectó al único centro de culto de la ciudad, situado en el corazón de la misma: el Templo Tin Hau, construido en el año 1951. Sin embargo, dicho templo perdió todo atisbo de luz solar a medida que los edificios se agolpaban a su alrededor, por lo que tuvieron que protegerlo con una malla para impedir que cayera basura o cascotes sobre él.
Sólo existían dos normas para construir: la ya nombrada límite de altura en catorce niveles y la que decía que toda instalación eléctrica debía de estar al descubierto para poder, en caso de incendio, llegar más rápido a él, por lo que todo Kowloon estaba lleno de una telaraña de cables colgando de todas las fachadas y tuberías que cruzaban de lado a lado las calles impidiendo que la ya de por sí escasa luz solar penetrara en la ciudad, hecho que la condenó a vivir iluminada día y noche por las luces de la calle, pasando a ser conocida como “la ciudad de la oscuridad”. En cuanto al suministro de agua, este corría de la mano de la ciudad de Hong Kong, que cortésmente cedía ocho puntos de abastecimiento a los habitantes de la Ciudad Amurallada.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial y tras la rendición de Japón a la ciudad comenzaron a llegar inmigrantes ilegales y refugiados que huyeron proveniente de la fundación de la República Popular China en 1949, uniéndose al ya considerable número de habitantes existente en el enclave haciendo que la población aumentara considerablemente fomentando el hacinamiento.
Debido a este exponencial aumento de la población, la ciudad de Kowloon, que vivía en un espacio al margen de la ley, autorregulada y autosuficiente, era descrita por sus propios habitantes como “un armonioso estado de anarquía”. En ella le estaba prohibida la entrada a la policía de Hong Kong, por lo que se creó un grupo de voluntarios que ejercían de autoridad y, en general, procuraban mantener la paz en las calles.
Las autoridades británicas intentaron desalojar la Ciudad Amurallada de Kowloon en diversas ocasiones, siempre sin éxito, por lo que en el año 1948 desistieron. Fue entonces cuando la actividad comercial de la ciudad proliferó, sobre todo gracias al tráfico de opio y alcohol expandiéndose a su vez la prostitución, debido en gran parte, a la imposibilidad legal de actuación de la policía de Hong Kong.
La ciudad se corrompió, se convirtió en una verdadera “ciudad sin ley” y comenzó a ser conocida por sus excesos, sus fumaderos de opio, el tráfico de cocaína, casinos clandestinos, puestos de comida donde se servía carne de perro frita y fabricas secretas cuya actividad se basaba en las falsificaciones. Sin embargo, no era sólo por estos motivos por lo que fue conocida la ciudad de Kowloon, también lo era por la cantidad de dentistas ilegales que trabajaban en unas condiciones antihigiénicas, y que ejercían como tal ya que no existía ley que les prohibiera ejercer sin licencia, proliferando gracias a que sus precios eran muy asequibles para la fuerte demanda que existía en la vecina Hong Kong.
Con el paso de los años, tanto las autoridades británicas como las chinas, calificaron como “intolerable” la situación del enclave debido al elevado índice de criminalidad y las insalubres condiciones de vida, acordando, en el año 1987, acabar demoliendo finalmente la antigua Ciudad Amurallada de Kowloon.
No fue hasta el año 1991 que comenzase el desalojo oficial de la ciudad, momento en el que por fin se pudo hacer un censo real de la población, desvelando la impresionante cifra de 50.000 habitantes. En datos de densidad de población, estaríamos hablando de 1.900.000 habitantes por kilómetro cuadrado, hecho que le valió a la antigua Ciudad Amurallada de Kowloon para convertirse en la ciudad más densamente poblada de la historia de la humanidad. Para que os hagáis una mejor idea, la densidad de población de la ciudad de Nueva York es de 91 personas por hectárea, siendo la de Kowloon de 13.000 personas por hectárea en el año 1991.
Sin embargo, la demolición de la Ciudad Amurallada se retrasaría hasta 1993, debido a que se aprovechó como escenario para varias películas gracias a su aura de ciudad claustrofóbica y oscura. Algunos ejemplos son: “Crime Story” protagonizada por Jackie Chan o “Bloodsport” de Jean-Claude Van Damme. También fue inspiración de los escenarios del videojuego “Shenmue II”.
En la actualidad, el enclave donde antaño estaba la ciudad lo ocupa un enorme parque de estilo tradicional chino, donde la construcción principal es una pagoda típica de los países asiáticos.
Una historia increible!
Cierto! es increíble como pueden llegar a surgir este tipo de vacíos o limbos legales
Me he quedado alucinada, sobre todo por el tiempo que esto duró. No quiero ni imaginar cómo sería vivir en un lugar así.
La verdad es que sí impresiona. Es increíble como 50.000 personas pudieron vivir en ese mini-mundo aparte del resto durante tanto tiempo
Genial
¡Gracias por leernos!
Excel.lent