El naranja es otro color secundario que nace de la mezcla del amarillo y el rojo por ello, muchas veces podemos apreciarlo como el término medio entre estos, no solo visualmente sino conceptualmente. El naranja es uno de esos colores que sin darnos cuenta está por todas partes pero, que no solemos asociar con el naranja. Los rojos atardeceres o el pelo de los pelirrojos son realmente de un tono anaranjado aunque el rojo parezca ser el elegido para describirlos.
Para los europeos el naranja es algo relativamente reciente, pues si hacemos un viaje atrás en la historia, veremos que a este tono se le nombraba como una tonalidad de amarillo más que como un color diferente. Es evidente que su denominación viene dada del fruto del naranjo. Esta fruta es originaria de la India, donde la llaman nareng. El paso por Arabia cambió ligeramente la denominación a narang tomándola entonces los cruzados que la llevarían a Francia. Es cuando en nuestro país vecino comienzan a plantar este árbol, cuando pasan a llamar a su fruto orange, debido a que su color les resultaba algo dorado heredando la palabra or francesa (oro) en su nombre.
Otro fruto también procedente de oriente son las mandarinas, de origen chino. También de color naranja, tomaron su nombre de los funcionarios chinos llamados Mandarines. Estos vestían ropas de este tono.
La diversión se pinta de naranja
El naranja es un color divertido, asociado a la diversión infantil y en compañía. Por ello es normal que encontremos este color en muchos juguetes, aunque a medida que nos hacemos mayores parecen desaparecer de nuestros enseres. Un ejemplo claro de esto es el personaje de Barrio Sésamo, Epi. Este divertido y simpático personaje es de color naranja a diferencia de su malhumorado compañero Blas, cuyo color es el amarillo. Blas es el buen compañero de juego, el bonachón que siempre parece estar de buen humor.
Pero no solo es compañía de la diversión infantil. Para los griegos Baco y para los romanos Dionisio, es el representante no sólo de la fertilidad, le embriaguez y el vino, también se trata del dios de la diversión mundana. Y por supuesto el color de su vestimenta suele ser anaranjada. En su caso, no eran sacerdotes quienes adoraban a este dios sino sacerdotisa (bacantes) las cuales también vestían de naranja.
Llamativo, frívolo y publicitario
No hay dudas en que el naranja es llamativo, para ser exactos es uno de los más llamativos. Por ello, muchos elementos de seguridad son de este tono como los chalecos reflectantes, los conos o los chalecos salvavidas. Se trata del color que mejor se ve durante la noche o con niebla. Sin embargo, no es el más elegido cuando alguien adquiere un coche, ya que los coches son una muestra de nuestra posición y el naranja restaría el prestigio.
Además, se trata de un color menos destacado en la moda. No sólo porque resulte inapropiado y difícil de llevar. Pues también es un color que a la mayoría de la gente no sienta bien. Generalmente, se asocia a alguien que viste este color con la búsqueda de llamar la atención.
Durante la década de los setenta, nació el boom del plástico. Comenzamos a ver cosas de plástico por todas partes y estas eran de color naranja. Lo cual no hizo más que aumentar la idea de bajo precio a lo que llevara este tono.
En la publicidad, el naranja se ha utilizado, como el rojo, para llamar la atención del consumidor. Ha sido tanta la explotación de este color para destacar que actualmente es un color que asociamos a “oferta”. En un principio de imprimían sobre naranja panfletos que el consumidor ya relacionaba con publicidad y desechaba sin tan siquiera leer.
Color importante en China e India
Como ya hablamos el naranja procede de Oriente y por lo tanto es en estos lugares donde simbólicamente tiene mayor importancia. Para la cultura china el naranja es el color de la transición. Puesto que el rojo es el de la alegría y el amarillo el de la perfección. Por lo tanto no es de extrañar que el tono que va de rojo a amarillo simbolice transición.
Para los budistas es el color representante de la iluminación, el estado supremo de la perfección para esta religión. En todas las religiones el color elegido como máximo ideal suele estar relacionado con el color de la piel de las personas que procesan esa fe. Para los budistas, el naranja es el color idealizado de su piel, al igual que para los cristianos es el blanco.
Tanto en China como en la India son los únicos lugares donde el color no adquiere el nombre del fruto del naranjo sino del azafrán.
El naranja de barrio sésamo es Epi, no Blas!
Tienes toda la razón Marta, una pequeña confusión que gracias a tu comentario ya esta solucionado. Muchas gracias por avisarnos y espero que aun con el despiste, te gustase el artículo.